Iglesia de San Miguel de Pavia
Una de las bases del arte románico es que sus formas se inspiraban en la arquitectura clásica, es decir, principalmente la romana. Por ello, de alguna forma el Románico típico debería hallarse sobre todo en Italia, donde más restos de arquitectura antigua deberían encontrarse para inspirarse. Y sin embargo, el románico italiano es diferente al que se puede observar en otros países de Europa. Y como ejemplo basta con recordar la magnífica Catedral de Pisa, con su Baptisterio anexo y la famosa Torre inclinada tras su ábside.
Es más dentro del territorio italiano se pueden distinguir diferentes corrientes dentro del arte románico, ya que es bien diferente la citada catedral pisana dentro de la región de la Toscana que por ejemplo la Catedral de Monreale en la isla de Sicilia. Y dentro de todas esas corrientes arquitectónicas, la que mayor desarrollo tuvo y la que más influyente fue más allá del país transalpino fue el románico que se produjo en la región de Lombardía, al norte del país.
A esa región pertenece la ciudad de Pavia donde se encuentra esta iglesia de San Migul, considerada junto a la Basílica de San Ambrosio de Milán, uno de los mejores ejemplos de este periodo artístico.
Hay que tener en cuenta el contexto histórico en el que surgió este estilo constructivo. El año 1000 había supuesto un momento de terror y temor al fin del mundo. Antes de eso, Europa había sido asolada por diferentes invasiones bárbaras y también por la llegada de los musulmanes. Por ello, la civilización cristiana decidió acometer la construcción de grandes edificios religiosos en forma de catedrales y monasterios, siempre promovidos por las altas instancias de la Iglesia, sin duda, la institución más poderosa del momento.
Así las iglesias románicas se había de convertir en los lugares que plasmaran con sus sólidas estructuras y su decoración evangelizante, unos recintos para proteger a sus fieles, al mismo tiempo que les hacía conscientes del inmenso poder de la Iglesia. Para ello en Lombardía eligieron un modelo constructivo heredero de la arquitectura romana. Es decir, se tomó como base la planta basilical de cruz latina.
Una cruz dominada por un espacio predominante en su cabecera, o sea, el ábside, bajo el cual se solía construir una cripta para venerar y guardar las valoradas reliquias de diferentes santos.
Para construir todo ese sistema se utilizaban potentes pilares y recios muros que servían para sostener las bóvedas de arista que cubrían las naves. Y por si fuera poco la presencia de los rotundos pilares y los sólidos muros, al exterior se reforzaban con gruesos contrafuertes.
Este modelo de la arquitectura lombarda, que podemos leer a la perfección en la iglesia de San Miguel de Pavia, se fue extendiendo hacia Francia, Alemania y otras regiones europeas, donde poco a poco se fue instalando a la vez que se incorporaban pequeñas variaciones locales.