Castillo de Himeji
Este es uno de los castillos más famosos de todo Japón, e incluso popularmente es conocido como “la garza blanca” o “el airón blanco», debido a su contrastada silueta de color blanco elevada sobre una colina.
Anterior a la construcción del castillo de Himeji, hubo en el mismo emplazamiento otra fortaleza anterior. Pero en tiempos de Hideyoshi se acometió la construcción de este castillo, si bien su impulsor no lo vio terminado, ya que las obras no concluyeron hasta el año 1609, en la época de gobierno de Iyeyasu, por lo que se puede considerar contemporáneo del Castillo – Palacio de Nijo en Kyoto.
Ha llegado hasta nuestros días en buen estado de conservación, y eso que la fortaleza fue pasando por la mano de diferentes familias de propietarios, hasta que en el Periodo Edo, dada la incómodas condiciones de vida en el lugar se optó por abandonarla.
Además de por su propio volumen arquitectónico y su belleza, el castillo de Himeji fue importante para que alrededor suyo surgieran otras muchas construcciones a lo largo del tiempo. Porque en torno a él crecieron las viviendas de otros aristócratas y del pueblo llano que abastecía de mano de obra, artesanías y víveres a los señores del castillo. Así como también se construyeron otros edificios de carácter religioso.
El castillo queda rodeado por fosos y murallas, y como es habitual en la arquitectura militar nipona, la construcción se alza sobre un zócalo de piedra en talud, y la propia edificación se levanta a partir de una estructura de madera pintada en color blanco.
La distribución de estancias dentro del castillo se hace a partir de una serie de edificios comunicados entre sí por patios. Y entre todo el conjunto destacan cuatro torres, de las cuales la más llamativa es la torre del Homenaje o Tenshakaku.
Toda la estructura del castillo de Himeji tiene una planta bastante complicada, ya que el espacio se llena de recodos y callejones sin salida, y no hay largas líneas rectas.
El aspecto exterior, a pesar de su evidente monumentalidad y su carácter de fortaleza defensiva, no deja de ser elegante y bello, y sobre todo muy uniforme, especialmente gracias al tono blanco dominante. Y además es un aspecto externo muy dinámico, ya que los diferentes tejados se encuentran a varias alturas, y además son tejados que combinan la forma china (con el remate hacia arriba) y de forma plana, siempre en teja que contrasta con el blanco.
Otro detalle que imprime dinamismo son las variadas formas de las ventanas. Las hay cuadradas, triangulares y circulares. Y también se observan pequeños detalles decorativos como plaquitas metálicas o relieves.
Este exterior no trasluce en absoluto las formas del interior. Por ejemplo, la Torre del Homenaje vista desde fuera parece que se organiza en cinco pisos distintos, sin embargo cuando se entra a su interior y se visita, se descubre que el torreón tiene siete pisos a distintas alturas. Y respecto a este dato, se ha especulado con que se tratase de una argucia del constructor para engañar a posibles atacantes, aunque hay otros historiadores de consideran que tal vez fuera una impericia de dicho constructor. Algo que parece improbable viendo la belleza del castillo de Himeji.