Catedral de Berlín
El templo catedralicio de la capital alemana es uno de los puntos más destacados de la artística Isla de los Museos de Berlín, donde se concentra en cinco edificios: el Altes y el Neues Museum, la Galería Nacional, el Museo de Pérgamo o el Bodesmuseum. Todos ellos atesoran u conjunto de obras de arte que resumen prácticamente toda la historia artística de la humanidad. Pero además, en esa misma isla se encuentra la Catedral de Berlín, la cual es prácticamente ella misma un museo.
En el solar donde se levanta ya había una iglesia en 1750, pero lo cierto es que el edificio actual no se acabó hasta 1905. Sus formas son de lo más grandilocuentes y se inspiran en la arquitectura del Renacimiento italiano. Además fue el lugar de enterramiento de la dinastía Hohenzollern, que gobernó diferentes territorios alemanes durante siglos, y que tenían el palacio real al otro lado de la calle.
El templo quedó prácticamente destruido durante los bombardeos sobre Berlín de la Segunda Guerra Mundial, y los trabajos de restauración han durado décadas. De hecho, el templo no se volvió a abrir al público hasta 1993, y aún así todavía ciertas partes de la iglesia y de su patrimonio mueble siguen un proceso de recuperación.
En el interior se pueden ver algunas obras de los más importantes artistas prusianos. Ese es el caso del Altar Mayor esculpido en mármol y ónix que fue obra de Friedrich August Stüler. Y también merece la pena contemplar la pila bautismal que realizó Christian Daniel Rauch. También hay que citar el gigantesco órgano que diseñó en 1904 Wilhem Saber, que posee más de 7.000 tubos de viento, lo que lo convierte en uno de los mayores órganos del país.
Ya se ha dicho que la Catedral de Berlín fue el lugar de enterramiento de los miembros de la dinastía reinante de Hohenzollern, por eso a lo largo del templo se puede ver un enorme repertorio de escultura fúnebre de diferentes épocas. Por ejemplo, en los ábsides norte y sur se conservan varios sarcófagos de esta familia, y entre ellos destacan los tallados por Andreas Schlüter para Federico II y su segunda esposa Sofía Carlota. Y además en la cripta hay hasta 94 ataudes.
Arquitectónicamente hablando el elemento más destacado de este conjunto es la monumental cúpula central recubierta de cobre, ya verdoso por el paso del tiempo. Para sustentar semejante elemento se creó una colosal estructura, todo ello admirable desde la galería mirador de su parte alta, a la que se puede llegar por unos escalones que muestran a la perfección los secretos constructivos de esta estructura.