Museo Antiguo de Berlín
Este magnífico edificio es obra del arquitecto Karl Fiedrich Schinkel (1781 – 1841), posiblemente el arquitecto de mayor reputación durante esos años en Berlín, por aquel entonces integrada en Prusia. De hecho, no es ésta la única gran obra de Schinkel en la actual capital de Alemania, ya que él también fue el artífice de otro de los monumentos más emblemáticos de la ciudad, como es el Teatro Nacional.
En definitiva, Karl Fiedrich Schinkel es uno de los grandes creadores del Berlín más monumental, donde prevalece su estilo Neoclásico, un estilo que se adecuaba perfectamente a las preferencias oficialistas y gubernamentales, e incluso Schinkel fue el arquitecto predilecto de la monarquía prusiana.
Fue un momento de verdadera efervescencia artística en Berlín, especialmente en el campo de la arquitectura, donde por aquellos años se levantó su monumento más afamado, tanto por su calidad como por su posterior significado histórico y político, la Puerta de Brandenburgo, realizada precisamente el mismo año de nacimiento de Schinkel bajo la dirección del arquitecto Carl Gotthard Langhans.
Como es característica en toda la arquitectura de estilo neoclásico en Europa, el ideario de sus formas se basa en la arquitectura de la Grecia clásica y la Roma Imperial. Así, el edificio del Museo Antiguo de Berlín (Altes Museum) puede parecer una grandiosa stoa griega realizada a partir de una columnata de orden jónico.
La larga columnata transmite una clara sensación de horizontalidad, sin embargo esta idea se ve un tanto compensada con la prolongación de las columnas mediante figuras a modo de antefijos o acroteras, lo que les proporciona una idea de verticalidad.
Este mismo recurso lo volvió a incorporar Schinkel en el Teatro Nacional de Berlín en su solemne pórtico, de carácter muy decorativo y también, como en el caso del Museo, de orden jónico.
Tanto en el Museo como en el Teatro se puede ver como los arquitectos neoclásicos reinterpretan las formas griegas y romanas, siempre con mucho respeto pero también con cierta innovación al adaptar esos elementos de hace siglos a las funciones y necesidades nuevas.
Esto ha hecho que algunos historiadores y críticos del arte hayan dicho que el Neoclasicismo fue un estilo artístico muy adecuado para el carácter germánico, dada su robustez, empaque, solemnidad y al mismo tiempo funcionalidad. Y lo cierto es que son muchos los edificios de este estilo repartidos por el país, no solo en Berlín, sino también en otras ciudades como Munich donde desarrolló su carrera otro gran arquitecto neoclásico: Leo Von Klenze (1784 – 1864) quién dirigió las obras para la construcción de la Gliptoteca (1816 – 1834) y los Propíleos de Munich (1846 – 1850), y entre ambas realizaciones hizo “La Walhalla” un gran templo católico en la ciudad de Ratisbona.