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Monumento a Federico el Grande en Berlín

Publicado por A. Cerra
Monumento Federico el Grande en Berlín

Monumento Federico el Grande en Berlín

Esta es una obra de carácter neoclásico realizada por el escultor alemán Christian David Rauch (1777 – 1857) el cual alcanzó un enorme prestigio en su tiempo y realizó importante trabajos de carácter muy oficial durante la primera mitad del siglo XIX y hasta su muerte, como puede ser este monumento, o sus realizaciones en el interior de la Catedral de Berlín e incluso el Sepulcro para la reina María Cristina.

En concreto este monumento lo realizó en periodo de máxima madurez, ya que es una obra concluida en el año 1851, y desde luego es un monumento claramente de estilo neoclásico.

Se trata de una estatua ecuestre, lo cual inmediatamente nos remite a modelos de la Antigüedad, con la estatua de Marco Aurelio, como paradigma de todas ellas, incluidas las posteriores del arte renacentista, como puede ser la del Condottiero Gattamelata ubicada en Padua y realizada por Donatello.

Sin embargo, hay variaciones. Por ejemplo, aquí bajo la gran escultura de caballo y caballero fundida en bronce hay un pedestal de varios niveles escalonados, algo que no es muy frecuente. Pero además en esos niveles no es que haya relieves alusivos a los episodios más importantes en la vida de Federico II el Grande sino que hay esculturas de bulto redondo, a una escala inferior, para plasmar esos acontecimientos vitales del gobernante prusiano.

No obstante, pese a esa innovación, lo cierto es que la estatua ecuestre sigue todos los patrones clásicos, algo que durante los años del Neoclasicismo los encargos oficialistas van a repetir hasta la saciedad. Y decimos que se basan en las obras clásicas o renacentistas por una característica muy evidente. En líneas generales los caballos solo levantan una de sus patas, mientras que en este tipo de obras de estilo barroco, como la que se levantó en España en honor de Felipe IV, los caballos suelen elevar las dos patas delanteras. Algo que se mantuvo durante el arte rococó, como nos muestra el imponente monumento al zar Pedro el Grande que realizó el escultor francés Falconet.

En líneas generales este tipo de esculturas del periodo neoclásico son muy reposadas, y no solo por las patas. Los modelos, tanto el personaje como el caballo posan tranquilos, no en plena batalla. Su movimiento se reduce a la mínima expresión, algo que se traduce en un único plano. Es decir, que como mucho aparece el personaje mirando hacia un lado, de perfil, mientras que su cuerpo y también el caballo se orientan hacia el frente.

De alguna forma, el Monumento de Federico II el Grande realizado en 1851 por Rauch, se puede considerar como el cierre de una larga tradición de estatuas ecuestres de los gobernantes. Porque prácticamente ya no se harán más de este estilo y con estas dimensiones.