Catedral de Brasilia, Oscar Niemeyer
La catedral de Brasilia es una obra arquitectónica contemporánea realizada por el arquitecto Oscar Niemeyer en la década de los cincuenta. El contexto de su construcción poco tiene que ver con las típicas construcciones catedralicias que debían adaptarse a un espacio restringido o concreto, Niemeyer contaba con un espacio que no estaba delimitado por ninguna otra construcción al tratarse de una arquitectura ubicada en una urbe de nueva construcción.
A principios de 1950 el presidente brasileño Juscelino Kubitschek de Oliveira -JK- decidió crear una nueva capital para Brasil que representara el poderío del país latinoamericano, la imposibilidad de adaptar Río de Janeiro a las exigencias de JK hizo que éste encargara al propio Niemeyer y al arquitecto Lucio Costa la construcción de la nueva ciudad.
Oscar Niemeyer (1907 – 2012) fue una de las figuras más reseñables de la historia de la arquitectura; partidario del funcionalismo ideado por Le Corbusier. Niemeyer fue capaz de sacar el mejor partido a cada uno de los materiales especialmente del hormigón armado, fue uno de los primeros arquitectos en utiliza el nuevo material y extraer de él todos sus valores plásticos.
Niemeyer diseñó para tan ambicioso proyecto la Catedral de Nuestra Señora Aparecida que, comenzada en 1958 y terminada doce años después, presenta una planta centralizada de más de sesenta metros de diámetro. Los materiales utilizados en la edificación fueron el hormigón armado y fibra de vidrio para las gigantísimas vidrieras que forman parte de la estructura y fueron realizadas en tonalidades verdosas y azuladas por Marianne Peretti.
El interior del templo se presenta como un espacio diáfano de una sola nave sin ningún tipo de elementos de soporte ni espacios jerarquizados. El exterior tampoco presenta ningún tipo de jerarquización ni fachada predominante, es tan sólo una estructura de forma hiperbólica a base de dieciséis columnas que ascienden hacia el cielo y sustentan el sistema de cubrición formado por dieciséis pacas de fibra de vidrio. Así la estructura surge desde el suelo como una forma divina que asciende hacia el infinito y simboliza la unión de dos manos que se alzan en una plegaria hacia el cielo.
El acceso al templo se realiza a través de un pequeño zaguán en forma de túnel oscuro que hace aún más llamativo la luminosidad del espacio interior. La luz que se convierte en la protagonista del espacio y de hecho, la idea principal del propio Niemeyer era edificar un templo que igualara en belleza y santidad a las antiguas construcciones catedralicias sin la necesidad de recurrir a imágenes de santos o crucificados. La luz sería el único elemento ornamental que decorara el espacio sagrado.
En la plaza exterior donde se ubica Niemeyer planteó una especie de piscina alrededor del templo donde se reflejara la arquitectura. El conjunto estaría completado por las inmensas esculturas realizadas por Dante Croce en 1968 representando a los cuatro evangelistas en el exterior del templo y los ángeles que cuelgan suspendidos del techo obra de Alfredo Ceschiatti.
Desde hace pocos años la Catedral de Brasilia entró a formar parte de la lista de Patrimonio de la Humanidad redactada por la ONU.