Catedral de Burgos
La ciudad castellana Burgos posee una de las catedrales góticas más espectaculares de las que se construyeron en España. Y si bien, el arte gótico es el que impera en esta construcción, también es cierto que tanto en su interior como su exterior se pude dar un auténtico repaso a la historia del arte en España.
Los orígenes del templo tuvieron lugar exactamente en el año 1221, es decir, en plena efervescencia de la arquitectura gótica en Europa. Ya que este estilo había irradiado por todo el continente desde tierras francesas.
Y aunque en cada país el gótico fue adquiriendo características que lo personalizan, la verdad es que en el caso del templo burgalés se siguió claramente las directrices de templos galos como las catedrales de Reims o la de Notre Dame en París. No obstante, aquello solo fue en la fase inicial del siglo XIII, cuando se sentaron las bases del futuro templo catedralicio, ya que hubo añadidos posteriores.
Algunos incluso dentro del mismo estilo gótico, aunque siglos más tardes, como por ejemplo son las grandes agujas que dominan la fachada principal. Unas agujas caladas levantadas ya en el siglo XVI bajo el diseño del arquitecto y escultor Juan de Colonia, quién por su propio nombre se deduce que tenía origen alemán y conocía a la perfección la gigantesca Catedral de Colonia, de donde trajo las formas propias del Gótico flamígero.
En esa misma variante artística se pueden enmarcar otros añadidos como es el cimborrio que se eleva sobre el crucero de la iglesia o el hermoso retablo de la Capilla de Santa Ana, obra de Gil de Siloé, quién en realidad tenía un estilo tan personal que dio lugar a la llamada corriente del gótico isabelino que se desarrolló en el siglo XV.
Y además de escultor fue padre de otro gran escultor, Diego de Siloé, el cual también trabajó en la Catedral de Burgos, y aunque la influencia paterna se plasma en algunas de sus creaciones como la Capilla de los Condestables, también es cierto que se trata de una artista con un carácter más propio del Renacimiento que tuvo lugar en el siglo XVI, y de ahí la monumentalidad y aspecto de otra de sus grandes creaciones en esta catedral castellana: la Escalera Dorada.
Estos son solo algunos ejemplos de las grandes joyas escultóricas que alberga el interior de este templo, pero también las hay en el exterior, sobre todo en sus portadas donde se conserva el repertorio escultórico más propio del Gótico del siglo XIII, especialmente en dos de esas portadas como las de Sarmental y la Coronería.
En realidad, cada una de estas creaciones y muchas otras como la Tumba del Cid el Campeador, la magnífica sillería labrada en el coro o las pinturas de artistas como Sebastiano del Piombo o Giovanni Ricci merecerían un artículo individualizado, ya que como hemos dicho, la Catedral de Burgos es una gran joya del arte gótico español, pero es eso y mucho más.