Catedral de León
La Catedral de León, conocida como la Pulchra Leonina, se construyó en estilo Gótico clásico. Las obras comenzaron en 1254 y en su mayoría la catedral estaba terminada en poco más de treinta años, en torno al 1285.
Por aquel entonces León había perdido parte de su esplendor en pro de otras ciudades castellanas como Burgos, la que había sido capital del reino leones pretendía recuperar parte de su esplendor con la construcción de una nueva catedral. El edificio sustituiría a la antigua catedral románica que se había construido sustituyendo una catedral posterior; así la nueva construcción de estilo gótico sería la tercera catedral que se levantaba en la ciudad.
Son escasas y confusas las noticias en torno a los maestros que intervinieron en la construcción: parece ser que en un primer momento las obras fueron dirigidas por un maestro de origen francés el maestro Simón, que fue sustituido por el maestro Enrique y a la muerte de éste le siguió el maestro Juan Pérez. A lo largo de los años se fueron añadiendo sucesivos añadidos que se eliminaron en el XIX.
La planta de la catedral tiene tres naves, con la central más ancha que las laterales, y el transepto marcado en planta con un gran desarrollo de la cabecera que cuenta con capillas dispuestas de forma radial. El gran desarrollo de la cabecera se relación con su amplia girola dispuesta para que los peregrinos pudieran avanzar por el templo sin interrumpir las celebraciones del culto.
La catedral de León es, sin duda alguna, la más francesa de todas las catedrales españolas. Su planta presenta claras influencias con el templo de Reims siguiendo los modelos de iglesias de peregrinación, además la desmaterialización del paramento con sus bellísimas vidrieras nos recuerdan a los muros de la Saint Capelle…
La cabecera se cubre con una bóveda cuatripartita dividida en paños rectangulares; las naves siguen el mismo modelo de bóveda pero ésta fue añadida en la reconstrucción realizada en el Siglo XIX con el fin de eliminar la bóveda de estilo barroco y dar mayor coherencia estilística al conjunto.
A los pies dos imponentes torres de planta cuadrada flanquean las naves laterales sin entrometerse en el espacio perimetral de éstas. La novedad de las torres reside en recibir, al igual que las naves laterales, los empujes de las bóvedas a través de arbotantes.
En el interior las naves laterales se separan de la central a través de arcos fajones de forma apuntada, sobre éstos se levanta el triforio que permitía aumentar la altura de la construcción y en última estancia el claristorio, con grandísimos vanos apuntados que albergan cuatro lancetas apuntadas rematadas en formas cuadrilobuladas. La espectacularidad de las vidrieras de los ventanales se ve reforzada por el hecho de que el triforio aparece articulado también como vidrieras y no como paramento.
Especial mención merece además cada una de las portadas de la catedral destacando sobre todo la portada tripartita que aparece a los pies, en cuyo tímpano se representa el tema del Juicio Final y en el parteluz aparece la imagen de la Virgen Blanca.