Deir el Bahri. Templo de Hapshepsut

Templo de Hapshepsut
Este conjunto religioso del Antiguo Egipto fue encargado por la reina Hapshepsut de la Dinastía XVIII y se construyó en torno al año 1500 antes de Cristo. Por lo tanto es un monumento que se adscribe a la fase del Imperio Nuevo. Está prácticamente pegado al templo de Mentuhotep en el mismo acantilado de Deir el Bahir, por lo que aunque pertenecen a momentos distintos de la historia del Antiguo Egipto, se pueden encontrar ciertas similitudes constructivas.
Hapshepsut fue la primera reina que subió al trono de los faraones, allí se mantuvo durante veinte años, los cuales no fueron un reinado nada fácil y por ello siempre pretendió dejar patente su vinculación con los dioses para afianzar en el poder a una fémina.
Sabemos que el diseño de todo este complejo religioso y también funerario fue obra del arquitecto real Senmut. Quién hizo un planteamiento en el que todo el recinto se distribuye a lo largo de tres terrazas en un recorrido ascendente.
La terraza más baja consta de una columnata con una hilera exterior de pilares y una interior de columnas no circulares, sino de 16 lados. En el patio que se crea en esta primera terraza, en origen habría estanques y jardines. En la segunda terraza se vuelve a encontrar una columnata, pero en este caso levantada a partir de dos filas de pilares de sección cuadrada. E inmediatamente encima se levanta la tercera terraza donde hay otra columnata con grandes estatuas que representan a la propia reina ataviada con los símbolos de la diosa Osiris.
Esta hilera de estatuas constituye la fachada del templo propiamente dicho, compuesto con una gran sala hipóstila con un santuario interior tallado en la profundidad de la roca. Y además a la izquierda del patio de esta tercera terraza había un santuario dedicado a Hathor, deidad de la vida y la fertilidad.
Un eje longitudinal recorre la planta de todo el conjunto, que llega desde el valle del Nilo hasta el atrio. Un recorrido que en primera instancia tiene una avenida de esfinges y después las necesarias rampas para ganar la altura de las distintas terrazas.
A diferencia del templo de Mentuhotep, en este caso no hay tumba. Se trata de un templo funerario, pero la tumba de la reina se encontraba en el Valle de los Reyes.
Siguiendo con las comparaciones con el complejo funerario de Mentuhotep, se pude apreciar que se trata de una arquitectura más abierta, clara y segura. Sin embargo, todavía no se alcanza la enorme altura que se logrará en la arquitectura egipcia en años posteriores.
Todo ello hace que la unión entre la arquitectura del hombre y la potencia de la roca natural donde se integra resulte un conjunto armónico y monumental, representando de alguna forma el volumen vertical de la roca la presencia de la pirámide que falta. Se trata de un buen ejemplo de la finura que está alcanzando el arte egipcio a comienzos del Imperio Nuevo y se puede ver como todo el conjunto fue planteado desde sus diseños con un planteamiento coherente y unificador.