Arte
Inicio Arquitectura, Contemporánea Depot de Rotterdam

Depot de Rotterdam

Publicado por A. Cerra

Depot de Rotterdam

La ciudad holandesa de Rotterdam lleva décadas siendo un referente de la arquitectura contemporánea en Europa y en el mundo. Ya hace mucho tiempo que se crearon allí estructuras tan sorprendentes como las singulares Casa Cubo, y todavía a día de hoy sigue llamando la atención con sus nuevos proyectos. El último en inaugurarse, en 2021, ha sido el Depot.

Una construcción que ya es llamativa incluso por su uso, ya que no se trata de un moderno museo en el que un arquitecto da rienda suelta a su imaginación, un tipo de arquitectura en el que hay infinidad de referentes desde el Guggenheim de Nueva York que creó Frank Lloyd Wright hasta el Guggenheim de Bilbao ideado por Frank Ghery. Sin embargo el Depot de Rotterdam no es un museo, sino un almacén de obras de arte de otro museo, el Boijmans Van Beuningen.

Así que parece mentira que este enorme edificio de forma curva y con toda su fachada recubierta de espejos sea solo un depósito, de ahí su nombre. El hecho es que el Museo Boijmans Van Beuningen va a permanecer durante varios años cerrado debido a una profunda remodelación. Y por lo tanto las colecciones se debían almacenar en algún sitio, y no había un espacio adecuado. Así que le encargaron al arquitecto Winy Maas que construyera uno. Pero eso sí, que pudiera servir de almacén y que al mismo tiempo fuera visitable para el público.

Y se optó por un diseñado tan novedoso. De hecho, desde fuera todo el edificio parece una gran tazón de cristal. Dentro hay 6 plantas en la que se suceden los depósitos para las obras de arte, pero también espacios para su restauración y cuidados. Además de otros propios de su función pública, es decir, hay salas para presentaciones o de proyecciones.

Por fuera es impactante, debido a sus más de 1.600 placas de vidrio-espejo, las cuales consiguen integrarse a la perfección en el paisaje urbano ya que lo reflejan de forma espectacular. Pero casi es más llamativo entrar a su interior, recorrer sus escaleras, sus salas, los peines para las obras de arte, y descubrir lo que muchas veces oculto en un museo, todo el trabajo de conservación, estudio y restauración que se lleva a cabo en ellos.

Y por si fuera poco, cuando se llega a la parte alta del edificio, se alcanza una azotea donde crecen los árboles y todo el suelo es natural. Un suelo que filtra la habitual lluvia de los Países Bajos y que sirve para abastecer de agua corriente al edificio, por ejemplo en sus aseos. Todo un proyecto de jardinería muy cuidado, ya que se trabajó previamente con esos árboles en un vivero durante varios años, para lograr entrelazar todas sus raíces, para eliminar problemas al edificio y garantizar la resistencia de cada ejemplar en esa condiciones de altura y profundidad de suelo.