El castillo de Bran
El castillo de Bran, ubicado en la región de Transilvania de Rumania, es una de las fortalezas medievales más famosas del país. Y si su valor histórico y artístico no es en absoluto despreciable, y desde luego que es merecedor de conocerse, la realidad es que la fama de esta fortaleza se debe sobre todo a que se la conoce como el castillo de Drácula.
¿Por qué? Porque el literato irlandés Bram Stoker investigaría sobre este castillo y se inspiraría en él para describir los ambientes de su célebre novela Drácula. Porque el conde Drácula es solo un personaje literario, aunque basado remotamente en el príncipe rumano del siglo XV, Vlad III el Empalador. Y hay que decir, que tampoco Vlad Draculea (ese era su nombre familiar) nunca vivió en este castillo, ni fue de su propiedad.
Pero más allá de sus vínculos con esa obra maestra de la literatura de terror, la verdad es que estamos ante una construcción muy atractiva. Una obra medieval con un eminente carácter defensivo dadas sus altas murallas, sus numerosos torreones y su emplazamiento sobre un alto espolón que la hace dominar todo su entorno.
Y sin embargo, la fortaleza actual, construida en el siglo XIV por orden del rey Luis I de Hungría, nunca sufrió grandes ataques. Era más bien un punto de control comercial, porque cuando se levantó ya no se trataba de un enclave fronterizo entre las regiones de Transilvania y Valaquia.
La arquitectura medieval ciertamente se ha conservado muy bien en este monumento, pero sorprendentemente lo más llamativo es la decoración de sus estancias internas (aproximadamente 60), las cuales fueron objeto de una profunda reforma por parte de la reina María de Rumanía en fechas relativamente cercanas, hacia el 1920.
El caso es que tras terminar la Primera Guerra Mundial, Transilvania fue devuelta al reino de Rumanía, y esa monarca decidió transformar el castillo de Bran para convertirlo en su residencia veraniega. Para ello contó con la colaboración del arquitecto real Karel Liman. Él fue quien dirigió una respetuosa intervención en el monumento medieval, al que fue capaz respetarle su aspecto al mismo tiempo que lo dotaba de luz, agua corriente, teléfono o modificó ciertos accesos y escaleras, incluyendo un ascensor hasta el jardín.
A eso se le sumaron la creación de varias estancias nuevas para el servicio o los vehículos, además de la Casita de la Princesa Ileana. De hecho, Ileana de Rumanía, descendiente de la reina María heredó el castillo y vivió en él hasta la ocupación soviética del país. Y si bien, la monarquía rumana ya desapareció, sobre todo tras los años de régimen comunista en el país, la propiedad sigue siendo de miembros de la familia Habsburgo, cuyos herederos lo mantienen en la actualidad y lo explotan turísticamente.
En definitiva, que puede que el castillo de Bran no tenga nada que ver con el motivo que lo hace famoso, Drácula, pero se trata de una muy interesante obra de arquitectura, que con sus avatares resume en sí misma la historia del último siglo del país.