El Castillo de Chenonceau
El Castillo de Chenonceau es una de las grandes joyas que se visitan en la Ruta de los Castillos de Loira, compuesta por palacios fortificados o fortalezas palaciegas, como el Castillo de Chambord.
En el caso de Chenonceau estamos ante un excepcional palacio (chateau, en francés) único. Y lo es por sus indudables cualidades arquitectónicas, y porque es una construcción diseñada por una mujer, es decir, un hecho excepcional, o al menos minoritario a lo largo de la Historia del Arte, ya que a las mujeres durante siglos no les ha sido nada fácil desarrollar este tipo de faenas.
Pues bien, el castillo de Chenonceau fue construido por Katherine Briçonnet en el año 1513. Y no solo es una mujer la que lo diseñó, sino que también fueron varias mujeres las que promovieron distintas reformas con el tiempo. Por todo ello se conoce en muchas ocasiones como el “Castillo de las Damas”.
Estamos ante una obra maestra del Renacimiento en Francia. Si bien, la construcción tenía unos antecedentes medievales como molino fortificado, de ahí que esté por encima del aguas del Cher. De aquello se respetó el pozo y un torreón.
La construcción del siglo XVI tiene dos partes diferenciadas. Un cuerpo central sobre la orilla, y otra alargado y rectangular que se eleva sobre el río. En el primer cuerpo, las 4 estancias se disponen a los lados de un vestíbulo central. Y eso se prolonga mediante una escalera de inspiración veneciana que conduce a la galería de dos plantas que conduce a la zona elevada sobre las aguas.
Se construyó primero el cuerpo de planta cuadrada sobre tierra firme. Esa es la construcción que haría Katherine Briçonnet. Lo cierto es que esta mujer era la esposa de Thomas Bohier, y él iba a ser quien dirigiera las obras. Sin embargo, otras ocupaciones lo alejaron de aquí, y fue su mujer quien cumplió con esa función.
Por azares de la historia, el rey Enrique II otorgó hacia 1535 el castillo a su amante Diana de Poitiers. Sin embargo, cuando falleció el monarca, la esposa legítima, Catalina de Medici, la echó de aquí, y de paso mandó construir la galería sobre el río, lo más impactante del conjunto. Por cierto, esos pilares no solo cumplen una función estructural, sino que también son espacios útiles, ya que allí estaban las antiguas cocinas y almacenes, y hasta tienen acceso individualizado desde el agua.
Es un conjunto de lo más atrevido, tanto por fuera, al ser una construcción apoyada en pilares de un puente, como por dentro, donde hay una fastuosa colección de arte y de mobiliario. Y a eso hay que sumarle el esmero y cuidado con el que se concibieron los jardines del entorno, que como es habitual en la jardinería francesa incluyen su zona de laberinto, parterres de flores, zonas de arbolado, fuentes y estanques.
En fin, todo el conjunto del Castillo de Chenonceau es una excelente muestra de la fastuosidad con la vivió durante un tiempo la aristocracia y realeza francesas.