El Palacio de Dolmabahce
El Palacio Dolmabahce es el gran palacio europeo de la ciudad de Estambul, y su presencia allí responde a un momento histórico y artístico concreto, suponiendo una arquitectura bastante singular dentro del contexto arquitectónico de esta gran ciudad con monumentos tan importantes y orientalizantes como el templo bizantino de Santa Sofía, la Mezquita Azul o la gran residencia del Imperio Otomano que fue el Palacio de Topkapi.
De hecho, el Palacio de Dolmabahce se construyó entre los años 1842 y 1853 por orden del sultán Abdulmecid para ser la nueva residencia oficial del sultanato, sustituyendo al Palacio de Topkapi. Era un modo de modernizar las instalaciones y que las comodidades de mediados del siglo XIX entraran en palacio.
Ese era un objetivo de esta construcción que llevó a cabo el arquitecto de origen armenio Karabet Balyan y su hijo Nigogos Balyan, modernizar la residencia real. Pero también había un interés político, y por ello se eligieron estas formas de aires europeos inspiradas en el Palacio de Versalles.
De este modo, el Palacio de Dolmabahce iba a ser el palacio de mayores dimensiones de la ciudad, con una fachada que alcanza una longitud de 600 metros y una superficie de uno 15.000 metros cuadrados. Pero además de gigantesco no se reparó en gastos para que su arquitectura fuera realmente impactante y pudiera competir con la del resto de cortes europeas.
De ahí que arquitectónicamente hablando estemos ante una grandiosa construcción de estilo neobarroco, si bien mezclado con notas propios de las formas renacentistas e incluso del Neoclasicismo. Es decir, también en Estambul se estaba construyendo un edificio con esa corriente de neos que evocaba los estilos del pasado, con la salvedad de que en Estambul las tradiciones constructivas estaban más vinculadas con otras fórmulas de origen bizantino y otomano, que obviamente de alguna forma también quedan patentes en la arquitectura y ornamentación de Dolmabahce.
Pero el objetivo era competir e impresionar a las cortes europeas, y ciertamente se consiguió no solo con la arquitectura, sino también con los elementos decorativos del interior de palacio, donde hay espacios tan potentes visualmente como la Escalinata de cristal, donde su balaustrada es toda vítrea. E incluso esos mismos monarcas europeos contribuyeron a la riqueza decorativa del Palacio de Dolmabahce, ya que la reina Victoria de Inglaterra le regaló al sultán una enorme lámpara de araña con cristales de bohemia que ocupa gran parte del Salón del Trono.
En definitiva, que este Palacio se convirtió en la residencia real del sultanato otomano desde 1853 hasta 1922, cuando surgió la Turquía moderna gobernada por Ataturk. Un político que trasladó la capital de Turquía a Ankara, pero que mantuvo Dolmabahce como su residencia oficial para sus estancias en la ciudad. De hecho, falleció en este palacio, y las habitaciones donde murió se conservan intactas desde entonces como parte del actual Museo de Dolmabahce.