Hardwick Hall
Este edificio construido entre 1590 y 1597 es un excelente ejemplo de cómo la arquitectura inglesa se resistió durante siglos a la influencia de las formas renacentistas que se creaban en toda Europa. Y pese a sus fechas de construcción, la obra tiene mucho de gótica, si bien se ha sabido conjugar con las comodidades de una sociedad más moderna que la del Medievo.
El palacete fue promovido por Bess de Hardwick, Condesa de Shrewsbury (1527 – 1608), la cual usó prácticamente toda su riqueza para levantar esta mansión de Hardwick Hall. Una excelente muestra de la arquitectura isabelina, que se dio durante el reinado de Isabel I. Pero no solo la arquitectura, sino que también son muy valorados el rico mobiliario de su interior, así como su extraordinaria colección de tapices.
La casa la proyectó el arquitecto Robert Smythson (1535 – 1614), maestro de otras creaciones contemporáneas como Longleat House o Wollaton Hall. Este arquitecto fue uno de los primeros que en Inglaterra quiso ser más artista que artesano.
En cuanto a Hardwick Hall, lo primero que llama la atención es su fachada acristalada, en la que son abundantes los vidrios. Y esto es un dato importante, ya que de alguna forma era un signo de ostentación, porque el uso de este material estaba sujeto a suculentos impuestos. Se trata de una fachada, en realidad las cuatro del edificio, donde rigen los criterios geométricos, muy del gusto isabelino en el que imperan las formas compactas, y aquí ni siquiera los torreones que salen de la línea general de la planta rompe esa idea de unidad.
En estos torreones se ven en su parte más alta unas cresterías en las que se leen las iniciales de la propietaria “E S”. Elizabeth de Shrewsbury, con la corona de su condado, mientras que el escudo de la familia aparece sobre la puerta principal.
Toda esa arquitectura da paso a un interior que se articula por una escalera central, que además de lugar de paso, es un espacio casi para el deleite de los ocupantes y visitantes de la vivienda. Por ejemplo, por ella llevaban los sirvientes la comida desde la cocina situada en la planta baja hasta el comedor de la segunda planta, siendo el mismo hecho de transportar la comida una especie de acto ceremonioso.
Algo que continuaba en el Gran Salón usado para los banquetes y las recepciones más suntuosas. Este Gran Salón, sobre todo por su decoración del friso de escayola, contiene en sí mismo magníficos ejemplos de las artes decorativas del periodo isabelino.
Y también es importante destacar los jardines que rodean la mansión. En ellos prima la originalidad y también la simetría. En realidad, se trata de un complemento visual a la casona. Pero también un espacio para el ocio de sus ocupantes y de sus invitados, ya que ahí se celebraban fiestas o se practicaban juegos entre los típicos laberintos de setos, habituales en la jardinería histórica inglesa, algo queha influido poderosamente en la realizacion de jardines de otras partes del mundo.