Iglesia de Santa Isabel y San Cayetano en Zaragoza
En el siglo XVII, concretamente en 1678, los diputados del reino de Aragón decidieron nombrar a Santa Isabel de Portugal como patrona de Aragón. El vínculo entre esta santa y este territorio de España se debía a que había nacido la capital del reino, en Zaragoza. Algo que ocurrió en el Castillo de la Aljafería. Sin embargo, tal y como se hacían los casamientos y uniones matrimoniales entre la realeza y la aristocracia de la Edad Media, siendo niña se fue a vivir a Portugal ya que fue esposada al rey Dionis. Y en tierras portuguesas es donde llevó a cabo una vida de piedad y bondad que le acabó por llevar a los altares.
Así que pasados los siglos, Aragón la convirtió en su patrona y los mismos miembros de la Diputación ordenaron la construcción de un templo en su honor. La cual una vez levantada fue encomendada a los monjes teatinos, seguidores de San Cayetano, de ahí la doble advocación de esta iglesia zaragozana.
Se trata de una construcción que nos traslada a los años finales del Barroco, algo que se plasma en su fachada, ya que toda ella está concebida como un inmenso retablo escultórico. Pero en este caso el gran protagonista de este retablo pétreo no es ningún santo, aunque evidentemente hay figuras de ellos repartidas, sino que el leit motiv que organiza esta decoración es el escudo de Aragón.
Este escudo aparece completo en la fila central de la fachada, sobre la puerta principal. Pero en las otras cuatro bandas laterales se dedican a mostrar los cuarteles que forman este escudo. Y estos motivos son: el Árbol del Sobrarbe, la Cruz de Íñigo Arista, las cuatro barras rojas sobre fondo amarillo, y la Cruz de la Batalla del Alcoraz con cuatro cabezas de moros. Todos ellos son motivos vinculados a los orígenes y desarrollo del Reino de Aragón.
Es decir, cuando se construyó esta iglesia tenía una connotación claramente nacionalista, y los diputados tan orgullosos estaban de ello, que hicieron que sus nombres aparezcan en distintas lápidas repartidas por la fachada.
Y los símbolos vinculados con la historia de Aragón también continúan en el interior. Ya que si todo el templo se dedica a la patrona, dentro en el retablo mayor aparece el santo patrón aragonés. Y ese no es otro que San Jorge matando al dragón. En definitiva, que estamos ante una clara manifestación de los muchos vínculos que a veces unen a la religión, la política, el arte y la propaganda. Lo cual no es un impedimento para que la iglesia sea una portentosa muestra de la arquitectura y la escultura barroca en la ciudad de Zaragoza.