Iglesia del Carmo de Lisboa
En otras ocasiones ya hemos hablado aquí de viejos templos medievales que han llegado hasta nuestros días en forma de fantásticas ruinas, y con usos completamente distintos a los que fueron concebidos en origen. Unos buenos ejemplos son la Abadía de Rievaulx en tierras británicas. E incluso la antigua Catedral de Lleida en España.
Pues bien, hoy queremos hablaros de la iglesia del Carmo o de Nuestra Señora del Carmen que se encuentra en el centro histórico de Lisboa. Hoy en día ya no cumple función religiosa alguna, ya está transformada en un interesante museo de arqueología. Si bien lo más atractivo de esta iglesia de la Edad Media, es que su aspecto ruinoso en la actualidad nos permite descubrir muchas de las peculiaridades constructivas que están en la base de la arquitectura gótica, toda ella cimentada en el uso de los arcos apuntados que permitían lograr grandes alturas sin que fuera necesario construir recios muros de sujeción del edificio. Es decir en el Carmo tenemos ante nuestros ojos la estudiada estructura del arte gótico a base de pilares, columnas, arcos y contrafuertes.
Esta iglesia se sabe que fue fundada en el siglo XIV. Concretamente en el año 1389 por Don Nuno Alvares Pereira. Y fue uno de los templos más importantes de la ciudad, pero como gran cantidad de las construcciones de la capital portuguesa, quedó en un estado de destrucción tras el devastador terremoto acecido en tierras lisboetas en 1755 y cuyos efectos se dejaron sentir en muchos kilómetros a la redonda.
El caso es que el Carmo quedó prácticamente en ruinas. Pero era tal el cariño hacia este templo, que ya en el año siguiente al seísmo se emprendió su reconstrucción siguiendo los diseños propios del estilo neogótico experimental. Pero el estado en el que había quedado el edificio era muy malo, y por eso los trabajos avanzaron muy lento. Y esa lentitud también nos sirve para reflexionar sobre el valor de las obras de la Antigüedad y el Medievo, ya que en 1834 con medios de trabajos más modernos, tan solo se había podido consolidar el edificio y tenía un aspecto muy similar al que vemos hoy en día. De hecho, en aquel año se abandonó de forma definitiva la reconstrucción por motivos económicos.
Por ese motivo se ve hoy el templo sin cubierta en sus tres naves y con capillas inacabadas. Si bien es verdad que tienen un aspecto más terminado tanto el ábside como las portadas sur y oeste. Aunque es innegable que el encanto estético del monumento recae en la contemplación de la iglesia sin techo, dejando a la vista su esqueleto de arcos y pilares.