Monasterio de Ripoll
Se trata de una construcción de estilo románico situada en la provincia catalana de Girona.
Este territorio a principios de la Edad Media formaba parte de los territorios denominados como Marca Hispánica, que separaban los reinos españoles del territorio que había conquistado el francés Carlomagno para formar el Imperio Carolingio.
A este monasterio llegó en el año 1008 el abad Oliba, cuando el conjunto monacal era el más importante de la Marca Hispánica, y prueba de ello eran las sucesivas reformas y consagraciones que se habían hecho ahí en el pasado, todas ellas bien documentadas por la historiografía en los años 888, 935 y 977. En aquel año se consagró una basílica compuesta por cinco naves, siendo la central mucho más ancha que las laterales.
Aunque reconstrucciones posteriores cambiaron un tanto el aspecto de la basílica, sobre todo una efectuada en el siglo XIX. Se cree que aquella basílica tendría pilares en el tramo central, mientras que en las naves laterales se alternarían las columnas con los pilares. Todo ello para sostener lo que por aquel entonces sería una cubierta de madera.
Curiosamente en esas columnas, sus capiteles denotan las influencias de la arquitectura islámica del Califato de Córdoba, al sur de España. Sin embargo, se sabe que esos capiteles los realizarían maestros canteros catalanes, ya que nunca hubo repoblación mozárabe en estas tierras del norte de la Península Ibérica, sin embargo el prestigio de las formas arquitectónicas de Córdoba hicieron que su influencia artística fuera enorme, incluso allí donde no se había extendido el poder califal.
El monasterio iba a sufrir importantes cambios a lo largo de la Edad Media, comenzando por la época de mandato del abad Oliba, quien promovió una nueva consagración en el 1032, evento al que acudieron los obispos más importantes del entorno, tanto de tierras españolas como francesas, ya que hasta allí llegaron los prelados de Barcelona, Carcasona o Albi. Para esa nueva consagración se había añadido al templo un transepto animado por siete capillas radiales, de las cuales una destaca por su tamaño.
Sobre ese transepto hoy en día se levanta un cimborrio de piedra, pero no se trata de una obra medieval, sino de una reconstrucción llevada a cabo en el siglo XIX. Ya que se tiene constancia de que el 2 de febrero de 1428, la zona sufrió un terremoto y se hundió la bóveda central del templo, así como el cimborrio existente, la cubierta del ábside central y la torre norte de la fachada. Este fue uno más de los diferentes episodios devastadores que ha sufrido el edificio a lo largo de su historia, ya que se tienen noticias de un incendio en 1835, así como varias fases de abandono del templo. Lo que ha hecho que entre terremotos, incendios, remodelaciones y reconstrucciones hoy nos encontremos un conjunto fruto de muchas fases de construcción, algo que se podría resumir como un templo reedificado en el siglo XIX, con una fachada de época tardorrománica del siglo XII ejecutada por maestros canteros de origen catalán y lombardo.