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Palacio de Potala

Publicado por A. Cerra
Palacio de Potala

Palacio de Potala

Este palacio situado en el Tíbet reúne en sí mismo gran parte de la convulsa historia de este pequeño país situado en la cordillera del Himalaya. Ya que se trata de un palacio mandado construir en sus inicios por el quinto Dalai Lama en la segunda mitad del siglo XVII. Esta construcción original se denomina el Palacio Blanco y se edificó entre el 1645 y el 1690 para conmemorar el restablecimiento de la capital tibetana. Mientras que tras la muerte de ese Dalai Lama en 1682, entre los años 1690 y 1694 se construyó el llamado Palacio Rojo.

Anteriormente a que se levantaran esos palacios, en este mismo emplazamiento hubo un monasterio budista anterior que databa del siglo VII, y que desde entonces era el centro de gobierno político y religioso del Tíbet.

En total, el actual Palacio de Potala alcanza una longitud de 400 metros y tiene hasta 13 pisos de altura. Todo ello repartido a lo largo de una superficie irregular, adaptándose a los relieves y escarpes de la montaña que le sirve de asiento. Sobre ese terreno escarpado se levantan los muros de piedra que configuran el palacio, en cuya fachada todo está revocado y pintado de blanco y rojo mediante pigmentos minerales naturales.

Ese el gran centro cultural, político y religioso de los lamas tibetanos. De hecho, aquí en la zona occidental viven unos dos centenares de monjes, los cuales entre otras funciones tienen la obligación de realizar labores de mantenimiento en el monasterio y en el palacio. También en el Palacio de Potala, concretamente en el interior del Palacio Rojo ese sitúan los relicarios más venerados por los creyentes de esta religión, y están embalsamados los cuerpos de 8 Dalai Lama ricamente ataviados.

Y por supuesto está es la residencia oficial del actual Dalai Lama, el jefe político y padre espiritual de toda la comunidad y el país. Curiosamente se cree que su celda tan solo alcanza el 1,5 x 1,5 m de superficie. Algo que contrasta con los grandiosos paisajes que rodean el palacio. De hecho, desde las estancias palaciegas se dispone de unas vistas espléndidas, sobre todo en los niveles superiores, donde cada vez son mayores los huecos que sirven de ventanas, las cuales iluminan el interior.

Para entrar al palacio se recorre una vía procesional compuesta por una secuencia de puertas y patios. Este recorrido provoca una variada gama de sensaciones espaciales, aludiendo de forma simbólica a los sucesivos caminos, necesarios para alcanzar la iluminación, el objetivo de los lamas. Y es que todo el recinto está imbuido e inspirado en la espiritualidad religiosas de los lamas tibetanos.

De todo ese camino procesional llama la atención el patio oriental, el mayor de todos ya que alcanza una superficie de 16.000 metros cuadrados. Este espacio es utilizado para celebrar las festividades más relevantes del calendario budista.

En definitiva, el Palacio de Potala es una enorme construcción, de dimensiones más que considerables, tanto en superficie como en altura, ya que todo el complejo alcanza una altura de 200 metros.