Palacio Rucellai

Palacio Rucellai
Este ejemplo de arquitectura civil renacentista se sitúa en Florencia y es obra de uno de los grandes arquitectos del Quattrocento italiano: Leon Battista Alberti (1404 – 1472).
La poderosa familia Rucellai fue una de las más influyentes de Florencia durante el Renacimiento, conocida por su conexión con el negocio de la lana y posteriormente integrándose en el poder político de la ciudad. Giovanni Rucellai, quien encargó el palacio, no sólo buscaba una residencia de prestigio, sino también un símbolo de su estatus y contribución a la vida florentina. Esta búsqueda de un legado arquitectónico refleja la importancia del mecenazgo en el florecimiento del arte y la arquitectura renacentista.
La fachada del edificio se organiza en tres registros, con tres órdenes de pilastras diferentes, separadas por tres bandas horizontales, que en el caso de los dos pisos superiores sirven para el apoyo de las ventanas abiertas en arco de medio punto que acogen a su vez arcos geminados. El acceso al interior se practica por las dos puertas adinteladas abiertas en el piso bajo, donde los vanos que hay entre las pilastras son siempre rectangulares.
Todo ese conjunto de pilastras, bandas, arcos, etc, dan como resultado un armonioso entramado. Porque Alberti buscaba que una fachada bella, tratándola como un organismo estético regido por la repetición y los módulos, en el que cada elemento no es nada de forma individualizada y si parte de un conjunto, en el que todo es imprescindible y nada sustituible.
Se trata de una belleza nacida de los cálculos matemáticos, que provocan las relaciones de proporción entre todos y cada uno de los elementos. Tal era el ánimo de Alberti a la hora de establecer todos esos diseños y cálculos, que él prácticamente acababa su trabajo cuando concluía los planos. De hecho, el trabajo lo ejecutó otro arquitecto, Bernardo Rossellino, porque Alberti elevó en su día la arquitectura al rango de arte liberal, separando claramente la concepción o el trabajo mental de la dirección de las obras, alejando al artista del obrero. Para él, lo esencial de la obra se encuentra en la idea y en los planos que la traducen.
El Palazzo Rucellai se construyó con técnicas avanzadas para su época, combinando piedra local de Pietraforte, conocida por su robustez, con mármoles decorativos importados. Esta mezcla simboliza la unión del diseño práctico y la estética refinada, capturando la esencia de la innovación renacentista. Además, Bernardo Rossellino, quien llevó a cabo la construcción, implementó novedosos métodos para asegurar la durabilidad del edificio, integrando elementos estructurales que garantizaban su resistencia con el paso del tiempo.
Alberti fue un gran estudioso de la Antigüedad, por lo que utiliza elementos de las arquitecturas romana y griega, como en este caso, donde incluye en la parte inferior de la fachada una retícula como referencia figurativa carente de función constructiva, pero que recuerda el opus reticulatum de los romanos. Son como notas eruditas que él va colocando en sus obras.
Pero no sólo usa elementos clásicos, también es habitual que reinterprete modelos del Gótico. Aquí, en el Palacio Rucellai, esa referencia se descubre en las ventanas geminadas, si bien las suaviza respecto a las ventanas góticas, construyéndolas con arcos de medio punto y utilizando en lo soportes los órdenes clásicos.
Esa mezcla de elementos y la búsqueda de la armonía consiguen dar a sus edificios un carácter antiguo que se combina con una presentación moderna. Aunque en esta fase del Renacimiento, los palacios de las más ricas familias florentinas siguen teniendo un claro aspecto de fortalezas, algo que se ve aquí o en el Palacio Medici – Ricardi, Palacio Pitti o el Palacio Strozzi. Y eso no le convencía plenamente a Alberti, que quería quitar ese carácter duro a los palacios. E incluso dejó escrito que “sólo los tiranos necesitan fortalezas”. Sin embargo, esta idea suya no caló mucho entre los florentinos, para los cuales el poder en la arquitectura y en la vida tenía que ser tan impresionante como bello.
La obra de Alberti en el Palacio Rucellai es un reflejo del impacto del Humanismo, que promovía el retorno a los principios clásicos de simetría y proporción. Alberti, influenciado por los ideales humanistas, diseñó el palacio no solo como una obra arquitectónica, sino como una expresión del equilibrio entre la belleza y la funcionalidad. En sus diseños, buscaba representar la armonía perfecta que consideraba inherente a la naturaleza humana, evocando un sentido de orden clasicista que era tanto estético como filosófico.