Pirámide de los Nichos
Este edificio forma parte del conjunto arqueológico del yacimiento de El Tajín en la región mexicana de Veracruz, y es uno de los máximos exponentes monumentales de la cultura totonaca.
Se trata de un monumento cuya datación se fecha con anterioridad al año 600. Formalmente es una pirámide orientada hacia el este, y es de planta cuadrada con 36 metros de lado, alcanzando una altura de unos 25 metros, lo que viene a ser un canon mucho más equilibrado que otras pirámides precolombinas como las Pirámides del Sol y de la Luna de Teotihuacán, también en suelo de México.
En alzado, consta de siete plataformas escalonadas que van decreciendo progresivamente en altura. Todas estas plataformas están unidas en su frente principal mediante una monumental escalinata de 10 metros de anchura, y a ambos lados de las gradas presenta unas alfardas, cuyos interiores se decoran con grecas escalonadas. Estas grecas por sus diseños zigzagueantes se supone que simbolizan el relámpago, que era uno de los atributos del dios Tajín, la principal divinidad de la cultura Totonaca.
Lo más característico de la obra, tanto que incluso sirven para darle nombre a la pirámide, son los nichos que hay en los frentes, unos nichos de formato cuadrangular y con una profundidad de unos 70 centímetros. El número total de nichos es de 364, lo cual ha servido para que muchos investigadores hayan especulado sobre su significado. Para algunos estos 364 nichos más el vano de ingreso que habría en la parte superior de la pirámide, simbolizarían los días del año del calendario totonaca. En cambio, otros estudiosos no aceptan esta teoría, y piensan que estos nichos vendrían a ser un equivalente a las hornacinas, y serían el espacio para albergar numerosas esculturas religiosas o de prohombres de esa sociedad. E incluso otros historiadores especulan con que fueran nichos funerarios, donde se depositaban las urnas cinerarias de los personajes más relevantes de la ciudad. Y también hay algunos que piensan, que su única función era decorativa, para aplicar un ritmo compositivo y juegos de claroscuro al monumento.
En definitiva, la Pirámide de los Nichos es una obra precolombina que presenta un lenguaje arquitectónico muy sobrio y austero, sin concesión alguna a lo superfluo, pero que al mismo tiempo sabe potenciar los ritmos compositivos, los efectos lumínicos y los movimientos ópticos que tanto en el sentido ascendente como en el descendente originan los huecos o nichos en los paramentos de sus plataformas.
Tanto los nichos como las grecas son elementos que muestran bien a las claras una arquitectura con una acusada personalidad, y que diferencia a las obras de la cultura totonaca del cualquier otro edificio de otras culturas contemporáneas previas a la llegada de Cristóbal Colón a América.