Puente «romano» de Cangas de Onís
Son muchos los puentes medievales que la tradición ha acabado por denominar “romanos”, si bien son de una época mucho posterior. En parte tiene su lógica la confusión. En primer lugar porque la mayoría de estos puentes medievales sustituyeron a un puente anterior que sí construyeron los romanos durante el periodo de ocupación de ese territorio. A veces también eran puentes de piedra, que fueron destruidos por alguna avenida del río. Y en otras ocasiones el puente original era de madera, mucho más endeble, pero que había aprovechado el lugar más oportuno, por la fuerza de la aguas o por su estrechez para ser construido. De manera que siglos después, cuando se acometió la construcción de un viaducto pétreo, se derribó el de madera y se hizo un nuevo en el mismo punto, guardando su origen el nombre.
Por cierto, incluso el estilo medieval por antonomasia, el románico, es una palabra que no deja de ser una evolución del término romano, ya que fue un momento de la historia y el arte en el que de algún modo se trataron de recuperar elementos arquitectónicos de aquella brillante Antigüedad.
Todas esas coincidencias se pueden dar en el puente “romano” de Cangas de Onís, que también se llama el puentón. Y si su imagen está estrechamente ligada a la población de Cangas de Onís, para ser justos hay que decir que pertenece tanto a esa localidad como al concejo de Parres, ubicado en la otra orilla del río Sella.
No obstante, este puente es fantástico para dar unas claves sobre los “falsos puentes romanos”. Y es que los que sí que son verdaderamente antiguos, por norma son puentes planos y sus arcos son de medio punto. Y como ejemplo esplendoroso o de ello podemos citar el Puente de Alcántara sobre el río Tajo. Sin embargo, en los puentes que fueron remozados durante la Edad Media es habitual que se recurran a arcos apuntados y también es muy común que su tablero estén en pendiente, alcanzando su cenit en el centro.
Así ocurre en el de la población asturiana de Cangas de Onís. Aunque su mucha o poca antigüedad no es impedimento para que la consideremos una obra muy atractiva e interesante desde varios puntos de vista. Para empezar por su triple arcada, siendo el arco central de mucho mayor tamaño. Y además destacan otros dos arcos de desagüe en altura, que servían para paliar la fuerza de las riadas en los momentos de máximas crecidas, ya que pese a lo que pueda parecer, el Sella, como buen río de montaña puede crecer mucho de forma inesperada.
En definitiva que estamos ante un puente del siglo XIV, construido en tiempos de Alfonso XI de Castilla, también conocido el Justiciero. Si bien el rey con el que más se liga esta construcción es con Don Pelayo, el primer rey asturiano que en el siglo VII inició desde Cangas de Onís la larga Reconquista a los musulmanes que unos pocos años antes habían invadido toda la Península Ibérica, siendo las tierras asturianas el primer bastión cristiano que se enfrentó a ellos.