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Puente Romano de Salamanca

Publicado por A. Cerra
Puente Romano de Salamanca

Puente Romano de Salamanca

El Puente Romano de Salamanca data del siglo I de nuestra Era, cuando Salamanca se conocía por su nombre latino de Helmantica. Desde entonces une ambas orillas del río Tormes. De hecho, todavía en la actualidad se pueden ver algunas inscripciones epigráficas en las piedras del puente que nos indican el año 89, como fecha de su construcción. No obstante, también es cierto que esta importante infraestructura ha sufrido variados cambios a lo largo de la historia, sobre todo en el siglo XVII. Y además hay que tener en cuenta que hasta el siglo XIX era el único paso sobre el río, lo cual sin duda ha supuesto un continuo desgaste durante siglos.

En total el puente se desarrolla a lo largo de 180 metros sobre 26 arcos sobre el cauce, de los que 15 son los originales, los cuales son grandes arcos de medio punto, con los sillares de las dovelas trabajados en un elegante almohadillado.

Podríamos decir que hay dos tramos, separados por un castillete central, diferenciando así entre la obra romana y la posterior, denominadas puente vieja y puente hispana. Y no solo hay variaciones de forma entre ambas, sino que incluso la piedra es de canteras distintas.

En su momento fue una obra de ingeniería de enorme valor en la Hispania romana, ya que aquí confluían tres caminos vitales. Se trataba de las calzadas que unían Emerita Augusta, la actual Mérida al sur, con César Augusta, o sea Zaragoza en el este, y Arturica Augusta, o lo que es lo mismo, Astorga la ciudad más al norte de la Vía de la Plata.

En definitiva, el Puente Romano es uno de los monumentos más señalados de Salamanca, un lugar que cuenta con joyas declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco como es la Plaza Mayor, sus catedrales o la Casa de las Conchas, por no hablar de los edificios de la Universidad más antigua de España.

Pero además de ese encanto y valor monumental, el Puente Romano cuenta con un valor añadido de carácter literario. Y es que en una de sus entradas tiene lugar uno de los capítulos más célebres de la novela de picaresca en español, el Lazarillo de Tormes. Y un pequeño monumento así lo recuerda.