Santuario de Lourdes
En la ciudad francesa de Lourdes se encuentra uno de los mayores centros de peregrinación de Europa. Y aunque aquí nos interesa básicamente por la destacada arquitectura que compone el santuario, lo cierto es que es imposible no hablar de ella sin hacer referencias a las creencias en las que se sustenta su fama.
Se puede decir que estamos hablando de un complejo constructivo compuesto por cuatro espacios. Tres de ellos son basílicas, la de la Inmaculada Concepción, la del Rosario y la de San Pío X, a lo que hay que sumar la Gruta de las Apariciones, que es precisamente el lugar donde la Virgen se la apareció a la monja Bernadette, el comienzo de la devoción en este lugar.
Según se cuenta, aquello tuvo lugar en 1858, y desde entonces se comenzó a construir la primera Basílica de la Inmaculada Concepción, ubicada en el espacio que hoy se conoce como la cripta. Todo lo demás es posterior.
A sus pies se construiría más tarde la Basílica del Rosario, de aspecto historicista que evoca el arte romano y bizantino, tiene planta de cruz griega, con el centro cubierto por una cúpula. Este templo se concibió ya con una idea de que todo formase un gran conjunto arquitectónico, monumental y casi escénico. Parece funcionar como una especie de pedestal para la basílica superior y llaman atención la presencia de dos enormes rampas con forma elíptica marcando lo que es el eje de la explanada donde se reúnen los fieles y los peregrinos de la ruta mariana. Un espacio enorme, con capacidad para miles de creyentes. Casi se puede decir que esa explanada en el gran atrio del templo, que sirve como telón de fondo para las grandes celebraciones.
Y la última construcción es la Basílica de San Pio X, consagrada en 1958 y diseñada por el arquitecto Pierre Vago. Tiene una curiosa forma de quilla de barco invertida. Si bien toda su forma está acorde con los ritos cristianos, ya que en los deambulatorios que la rodean y las diversas rampas se escenifica actos como los Vía Crucis o los Misterios del Rosario.
No obstante lo más llamativo de esta Basílica no es su peculiar visión de la arquitectura del siglo XX aplicada a la construcción de iglesias. En realidad, lo que la hace diferente son las dimensiones colosales con las que se concibió. Por ejemplo en sus más de 12.000 metros cuadrados de superficie se puede acoger hasta 25.000 fieles. Y es que estamos hablando de una obra de 190 metros de longitud y más de 60 de anchura. Sin duda algo descomunal, más aún teniendo en cuenta que esta localidad en los Pirineos franceses tan apenas era una aldea de pastores hasta mediados del siglo XIX, cuando la tradición relata las apariciones de la Virgen María en la gruta.