Santuario de las Cuevas de Batu
Los conceptos de lo que es arte y religión varían enormemente en los distintos puntos del planeta. Y quizás las mayores diferencias con lo que estamos acostumbrados en occidente las encontrarnos en ciertos lugares de Asia vinculados con los ritos hinduistas. Ese es el caso del santuario de las Cuevas de Batu en Malasia.
Aquí vemos como su idea de arte funde al mismo tiempo las construcciones y realizaciones humanas con la obra de la naturaleza. En realidad estamos hablando de un santuario que aprovecha unas cavidades naturales generadas en la roca caliza hace unos 400 millones de años. Unas cuevas a las que los hombres le crearon una monumental escalinata, y sobre todo la rodearon y llenaron de un sinfín de esculturas y altares hinduístas.
Pero para comprobar que su idea de arte, y también de religión, es completamente distinta a la nuestra, hay que saber que estamos hablando de un lugar que no solo ocupan los hombres. También allí viven monos, murciélagos y hasta una rara especie de araña. Y todo ello forma parte del conjunto, una parte indisoluble. Algo que choca por completo con nuestra idea de patrimonio, donde nos hubiéramos preocupado de eliminar la fauna salvaje de semejante monumento.
En cuanto a cuestiones artísticas hay que decir que en este santuario hinduísta esta especialmente dedicado al dios Murugan. Una deidad que también tiene un importante culto en la zona india de Tamil Nadu donde se pueden ver los templos de Meenakshi Amman y de Brihadisvara. Sin embargo, son evidentes las diferencias arquitectónicas entre estos templos construidos y el de Malasia que aprovecha una enorme red de cuevas.
No obstante esas diferencias disminuyen cuando nos referimos al repertorio escultórico. Y es que en todos estos santuarios hay un número altísimo de esculturas de dioses. Siempre representados de una forma tan naturalista como naïf, y siempre pintados con unos colores muy vivos y llamativos, tanto si están en zonas interiores como exteriores.
De hecho en las Cuevas de Batu la mayor escultura es la que da la bienvenida al santuario. Es la figura del propio dios Murugan que aparece pintado de un intenso tono dorado y está representado a una escala colosal, ya que alcanza los 42 metros de altura. Una figura que desde que se colocó aquí en 2006 es la de mayor tamaño de esta deidad. Por cierto, Murugán en el Hinduísmo es el dios de la guerra, hijo de Parvati y de Shiva. Por eso lleva una lanza en la mano. Pero se trata de un dios de la guerra cuyo poder es vencer a los demonios.
Esta figura antecede a la larga escalinata monumental de acceso al recinto sagrado, donde nos esperan innumerables esculturas más, en todo momento pintadas con colores chillones. Todas salvo una, se trata de una nueva figura de Murugán ante el altar principal. Una escultura de nuevo dorada.
En fin, que estéticamente el arte de las Cuevas de Batu puede ser más o menos atractivo, depende de los gustos de cada cual. Sin embargo, lo que está claro es que es un magnífico ejemplo de los variados conceptos artísticos y religiosos que posee la humanidad.