Templo Blanco de Warka
Cuando pensamos en las maravillas del mundo antiguo, inmediatamente se viene a nuestra mente las antiguas pirámides egipcias que construyeron los faraones para su descanso eterno, sin embargo, en la zona de Mesopotamia, entre los ríos Tigris y Éufrates también se levantaron grandes obras de arte, imponentes monumentos que, desgraciadamente, no han llegado hasta nuestros días. Algunos de estos impresionantes monumentos son los Zigurats mesopotámicos, pero incluso antes de ellos, hubo impresionantes templos como este que aquí analizamos, EL templo Blanco de Warka situado en la zona sur de Mesopotamia, en la ciudad de Uruk.
En realidad, del Templo Blanco apenas quedan unos pocos restos arqueológicos que se corresponderían con los cimientos, ero los arqueólogos han realizado reconstrucciones como la de la imagen que nos permiten hacernos una idea de cómo debía de ser. Hablamos de una construcción que debió de llevarse a cabo en el Periodo Sumerio, lo que sería unos tres mil años antes de Cristo y cuyo autor, por supuesto no es conocido.
El templo debía de levantarse sobre una especie de túmulo artificial al que se accedía por una escalinata situada en la zona noreste. Mientas que la arquitectura tradicional mesopotámica presenta los edificios construidos con adobe, el Templo Blanco debió de ser realizado en ladrillo y recubierto con piedra caliza blanca; en la zona, no se han encontrado restos de ninguna cantera por lo que presumiblemente las piedras hubieron de ser trasladadas desde alguna de las canteras más alejadas.
Presenta una planta rectangular con las cuatro esquinas orientadas a cada uno de los puntos cardinales. En el interior vemos una nave principal más ancha y dos laterales flanqueándola en las que se han abierto capillas. La cabecera es una prolongación de la nave central dispuesta en forma de T y en la capilla o cella encontraos un nicho con un altar y mesas `para llevar a cabo ofrendas a los dioses.
Parece ser que el templo cumplía una función religiosa y estaba dedicado al dios Anu, dios del cielo y de las constelaciones celestes. Este tipo de templo que era conocido como eanna, evolucionaría posteriormente hasta llegar a adquirir la forma de los típicos zigurats, una construcción escalonada que representaba la montaña sagrada.