Templo de Ramsés II en El-Sebua
Aquí estamos ante otro ejemplo de los muchos templos que se hubieron de desplazar en Egipto cuando a mediados del pasado siglo XX se decidió construir la gran presa de Assuan en el río Nilo en el territorio de Nubia. Una construcción que significó que se desmontarán pieza a pieza grandes templos de la época faraónica como el emblemático conjunto de Abu Simbel.
No obstante, hay otros muchos ejemplos y uno de ellos es este templo que mandó edificar también Ramsés II en El-Sebua, el cual hubo de trasladarse varios kilómetros para salvarlo de la inundación.
En realidad, en esta zona de El-Sebua hubo dos templos construidos ambos durante el periodo del Imperio Nuevo. Primero mandó edificar uno el faraón Amenofis III. Una edificación que tenía la zona del santuario excavada en la roca, mientras que estaba antecedido por un pilono, un patio y otra sala con las paredes pintadas. Unas pinturas que se dedicarían inicialmente al culto a Horus, como todo el templo. Si bien luego pasaron a ser representaciones del dios Amón.
Y posteriormente, muy cerca, Ramsés II mandó levantar otro templo mucho mayor. Y también en este caso, una parte del santuario es excavada y el resto es exento.
Como es habitual en la arquitectura de los templos egipcios, también todo aquí se organiza a partir de un eje central. Un eje que va pasando por hasta tres pilonos y varios patios, hasta que por fin se alcanza la sala hipóstila. Por cierto, esta parte con el paso de los siglos se acabó por convertir en una iglesia de los coptos.
La sala hipóstila se continúa con la zona excavada en la roca. Allí se encuentra una antecámara, flanqueada por dos estancias laterales. Luego hay dos capillas y por fin el espacio del santuario propiamente dicho. Hasta nuestros días no han llegado las estatuas que hubo en el interior de ese santuario, las cuales es más que posible que representaran a Amón-Ra, a Ra-Horajty y al propio faraón.
En cambio, cuando se visita hoy el templo trasladado, si que se ve una especie de avenida de esfinges y alguna que otra escultura del faraón. No obstante, son pocos restos en comparación con lo que debió haber originalmente, ya que los estudiosos de las construcciones que hizo Ramsés II en Nubia estiman que este lugar tuvo un gran parecido con lo que se ve en el templo de Abu Simbel, y aquí debió haber enormes figuras escultóricas del gobernante.