Templo I de Tikal
Este importante monumento de la civilización maya se encuentra en la región de Petén, Guatemala, dentro del conjunto arqueológico de Tikal, que ocupa una superficie de casi 70 kilómetros cuadrados rodeados por la espesura de la jungla tropical.
En el centro de toda esa superficie aparece una plaza de 85 x 67 metros, y a ambos lados de esa plaza se yerguen dos grandes pirámides, de las cuales, una de ellas es el Templo I o Templo del Gran Jaguar. Una construcción que se estima que se levantó en torno al año 500, durante el periodo clásico de la cultura maya.
La situación destacada dentro del conjunto de edificios de la plaza, unidos por un entramado de calzadas, nos habla de que se trata de unos recintos utilizados especialmente por las élites, que congregaban a sus pies a la población llana.
El templo en sí es una pirámide escalonada, construida a base de un núcleo de piedras y argamasa, todo ello revestido de piedra labrada unida con mortero. Con estos materiales se generó la pirámide a cuya cúspide se accede por una empinada escalera que atraviesa por el centro todo el graderío. Sin embargo, la escalera que se observa hoy, es más que posible que fuera la que se usó durante la construcción del monumento. Mientras que la escalinata ceremonial que habría se encuentra en un estado de conservación bastante malo.
Las terrazas que hacen que se levante la pirámide son en total nueve, y en conjunto se alcanza una altura cercana a los 50 metros. Y son nueve terrazas, porque cada una de ellas simboliza niveles míticos de ascensión, siguiendo los dictados de la religión maya. Para conducir hasta el templo que se halla en la parte alta.
El santuario es un espacio bastante pequeño, y aún así consta de tres cámaras unidas entre sí. Se trata de un interior cuya cubrición se hizo con una bóveda realizada con la aproximación de hiladas. Se piensa que en el interior del santuario se realizaban sacrificios rituales humanos. Algo bastante sádico, incluso se describe a veces como un sacrificio en el que era importante que la sangre de la víctima descendiera por la escalinata, mientras se le arrancaba el corazón para ofrecérselo a los dioses.
La denominación de Templo del Gran Jaguar, en parte se debe a que en el interior del dintel de acceso al santuario, aparece tallado este animal de la selva. Y no es el único resto escultórico hallado en el Templo I de Tikal. También en la cara exterior del la bóveda del templo se han encontrado otras figuras como una serpiente o un personaje sentado. Sin olvidar la crestería de la cubierta que culmina el edificio. Se trata de una crestería almenada en la que se ven complejos motivos, tanto pintados como esculpidos.
Y sin tener en cuenta todo lo hallado en el conjunto de la ciudad maya de Tikal, por sí solo el Templo I ha proporcionado mucha información histórica por sus formas artísticas y restos materiales, como por ejemplo los encontrados en la cámara funeraria de su interior, donde se hallaron los restos del rey Ab Cacau (siglo VIII), acompañados de un rico ajuar que indica la importancia de este monarca maya.