Las manos de Maros
Cuando se habla de pintura rupestre, inmediatamente nos vienen a la cabeza las grandes obras maestras del Paleolítico que nos han llegado en la cueva de Altamira, en España, o en la de Lascaux, en Francia. Esos posiblemente sean los conjuntos pictóricos de la Prehistoria más hermosos, pero no son los más antiguos. Ese galardón recae a día de hoy en las pinturas rupestres de las Cuevas de Maros, en la isla de Sulawesi que forma parte de Indonesia.
En estas cuevas se descubrieron dos figuras de animales y sobre un conjunto de impresiones de manos, o manos estarcidas. Es decir, se supone que se colocaba la mano sobre la roca y se espolvoreaba sobre ella el pigmento, de manera que cuando se quitaba, quedaba esa mano en negativo. Una técnica distinta a otro tipo de manos en positivo que también son muy habituales en las pinturas rupestres, la cuales en ese caso se hacían manchando los dedos y palma con pintura para dejar su impresión en la roca.
En Maros se han encontrado hasta una docena de esas manos estarcidas, y hasta ahí no sería algo demasiado especial. Pero recientemente se han realizado pruebas de datación de estas creaciones con un sistema más novedoso que el del Carbono 14. De hecho, este sistema de datación solo funciona con material orgánico, y aquí no era posible recurrir a él.
De esta forma se empleó el método de las series de uranio, que consiste en analizar las diferentes capas de cal que con el paso del tiempo se va acumulando en la roca. Se quería saber con exactitud la fecha de estas pinturas, ya que se pensaba que eran mucho más recientes, ya que la humedad climática hacía pensar que no resistieran muchos milenios las pinturas.
Sin embargo la sorpresa fue mayúscula ya que se dataron en 39.900 años de antigüedad. Es decir, las más antiguas del mundo. Si bien es cierto que esa fecha solo es aplicable a alguna de las manos, porque las dos figuras de animales son unos cuatro milenios más recientes.
No obstante, más allá del record que puede suponer, lo más extraordinario es comparar esas manos con otras similares que se han encontrado en Europa, y que milenio arriba o abajo se realizaron en condiciones similares. Unas pinturas muy parecidas separadas por miles de kilómetros y hechas por gentes que nunca tuvieron contacto entre sí, y que en ambos casos representan los inicios de la humanidad y de sus manifestaciones más creativas. Sin duda, una obra esta de la Cueva de Maros que nos invita a pensar.