Bronces de Benín
Los bronces de Benín hacen referencia a una prolífera colección de más de mil piezas de bronce realizadas por el pueblo africano de Edos también conocido como pueblo de Benín entre los siglos XIII y XVI. En este importante conjunto de arte tribal es especialmente importante y de gran calidad las obras desarrolladas durante el reinado de Esigie en torno a mediados del siglo XVI.
Pese a que las piezas son conocidas en conjunto como bronces de Benín, en realidad no todas las esculturas estaban realizadas en bronce, algunas de ellas fueron fabricadas en madera, latón o marfil.
Los bronces provenían en su mayoría del palacio real de Benín y fueron expoliados por los soldados británicos que asaltaron el palacio del monarca en 1897 comandados por el almirante Sir Harry Rowson.
Cuando los británicos llevaron las piezas al continente el interés por el arte y la cultura africana fue en aumento. Probablemente las piezas de Benín decoraban las paredes de la residencia monacal o de los hogares de la élite burguesa, la mayoría de las piezas que los británicos trajeron consigo representaban figuras animales pero sin duda alguna las que mayor sensación causaron fueron los altorrelieves realizados según la técnica de la cera fundida.
Pese a que se sabe que el trabajo del bronce es antiguo en esta zona de África, la técnica está realizada con tal minuciosidad y maestría que parecía imposible que una cultura tan ancestral como la del pueblo Benín, fuera la artífice de estas impresionantes piezas. De hecho cuando en 1939 se hallaron piezas parecidas en la ciudad de Ife se pensó que el pueblo yoruba habría inculcado en Benín la técnica de la cera fundida, sin embargo al analizar las piezas por los expertos se pudo comprobar que los primeros bronces de Benín (siglo XIII) eran anteriores a los de Ife (siglo XIV y XV) siendo los primeros los claros antecedentes de estos últimos.
Tradicionalmente se ha tendido a establecer una división entre las esculturas de Benín: las obras de la primera etapa (hasta mediados del XVI) son obras sencillas realizadas con una fina pátina de bronce y, aunque con cierto esquematismo, las figuras y el ambiente son fácilmente discernibles.
La segunda etapa (desde mediados del XVI hasta finales del XVII) se correspondería con obras más fastuosas que decoraban los palacios y representaciones de monarcas divinizados o altos cargos, pero sin duda alguna las mejores representaciones se corresponden con estelas conmemorativas de grandes victorias.
La tercera y última etapa se correspondería con el final del XVII predominan las enormes representaciones de cabezas de monarcas a modo conmemorativo.
La gran calidad de estas piezas hizo que no sólo Gran Bretaña se adueñara de estas magníficas obras de arte tribal, en 1910 una importante empresa alemana liderada por Leo Frobenius emprendió rumbo a Namibia para hacerse con una buena cantidad de estas piezas. Así hoy en día es más fácil acudir a distintos museos europeos para conocer los bronces de Benín que al Museo de los propios bronces situado en Namibia.