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Buda de Gandhara

Publicado por A. Cerra

Buda de Gandhara

Curiosamente durante muchos siglos, el arte budista evitó la representación explicita de Buda. Incluso cuando se tallaban frisos en templos que relataban su vida, se recurría a imágenes simbólicas. Por ejemplo un trono vacío, una huella, un caballo sin jinete o el árbol Bodhi donde le llegó la iluminación. Además de incluir diversos signos abstractos o la rueda del dharma.

No existía ninguna prohibición clara para esa no representación. Sin embargo no se hacía. No empezaron aparecer sus imágenes hasta el siglo I d.C. Y en eso de alguna manera está ligado con otra cultura lejana tanto en el tiempo como en sus creencias. Hablamos de la influencia del arte helenístico.

Alejandro Magno en su afán expansionista había extendido su imperio desde su Macedonia natal hasta las proximidades de la India. De aquello surgió un reino indogriego hacia el año 180 a. C. en un área que se corresponde con el actual Afganistán, Pakistán y el noroeste de la India. Un territorio al que más tarde llegaron influencias romanas a través de la Ruta de la Seda y con ello una tradición artística occidental que sorprendentemente acabó siendo clave para las primeras representaciones de Buda. Las cuales tuvieron lugar en el Imperio Kusana que sustituyó al citado reino indogriego y que perduró entre los siglos I y III d. C.

En estos primeros retratos Buda se hace con esculturas talladas en piedra esquisto y la figura aparece de pie. Y el personaje viste una túnica claramente relacionable con el mundo grecorromano y los típicos pliegues que adornan esas vestimentas en las esculturas clásicas.

También la postura frontal y estática es muy clásica, ya que el arte hindú tiende a un mayor dinamismo. Aquí el único movimiento lo aportan las distintas posiciones de los brazos, uno de ellos perdidos, y un poco atrevido contraposto insinuado por la rodilla izquierda que parece estar doblada, de manera que el personaje se apoyaría en su otra pierna. Lo cual también se aprecia en obras como el Patricio romano con los bustos de los antepasados.

Aunque también hay elementos asiáticos y propios del Budismo. Por ejemplo, tiene los pies planos tal y como se le describe en las escrituras budistas. Y mira al frente, transmitiendo un mensaje de equilibrio y de serenidad. El personaje tiene unos rasgos no completamente asiáticos, pero hay elementos propios de esa zona del mundo. Por ejemplo los pendientes o el pelo rizado recogido.

Y curiosamente detrás de su cabeza hay una aureola circular. Un elemento que tanto en Occidente como en Oriente se ha usado para representar la santidad de las figuras.