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Cheik el Beled

Publicado por A. Cerra
Cheikh el Beled o el alcalde del pueblo

Cheikh el Beled o el alcalde del pueblo

Esta escultura del Antiguo Egipto es prácticamente un milagro que haya llegado hasta nuestros días, y no sólo por su gran antigüedad sino porque se realizó en madera, sin duda un material cuya resistencia es mucho menor a la de otros materiales más habituales en la escultura como es el caso de la piedra.

Se trata de una escultura de aproximadamente un metro y diez centímetros de altura, que en la actualidad se conserva y expone en el Museo de El Cairo, adonde llegó procedente de un yacimiento arqueológico en la zona de Saqqarat, y dadas sus características formales y el emplazamiento donde se halló formando parte de una tumba, se ha datado como perteneciente al periodo de la Dinastía IV del Antiguo Egipto.

Es decir sería contemporánea a otras esculturas de esa misma dinastía como la afamada Triada Mikerinos conservada en el mismo museo de la capital del actual Egipto. Si bien, en el caso de la representación de Mikerinos se trata de la representación de un faraón, mientras que la figura de Cheik el Beled es una personaje de segunda o tercera categoría social, de hecho se especula con que podría ser la representación de una especie de alcalde local (tanto que también se conoce la escultura con el título de El alcalde del pueblo).

Además, es importante destacar que esta escultura es una de las pocas representaciones de madera que han sobrevivido del antiguo Egipto, lo que la convierte en un objeto de estudio especialmente valioso para los arqueólogos y los historiadores del arte. La madera, a diferencia de la piedra, es un material orgánico que se deteriora con el tiempo, especialmente en condiciones de humedad. Sin embargo, debido a las condiciones áridas del desierto egipcio, esta escultura ha logrado sobrevivir durante más de cuatro milenios.

Por ello, existen diferencias y similitudes entre la escultura de un faraón y la de un simple mortal, ya que en el caso de Mikerinos no se puede apreciar ningún tipo de defecto fisionómico en su cuerpo, mientras que en la figura de Cheik el Beled si que se plasman ese tipo de defectos tan sumamente humanos. No obstante, la pose en ambas figuras es la misma, ya que sus actitudes son igualmente hieráticas en un caso o en otro, y de hecho ese hieratismo es algo habitual en la escultura del Antiguo Egipto, y en general en toda la Antigüedad. Incluso la postura es idéntica para ambos personajes, como caminando y con la pierna izquierda más avanzada que la derecha, lo cual es un reconocible símbolo de autoridad.

Pero, la representación de Cheik el Beled es mucho más realista, y posee un rostro sonriente, unas mejillas muy planas y una tripa de acusado volumen propia de un hombre de mediana edad. Y el rostro transmite bastante vida, sobre todo gracias a los ojos, que en realidad son piedras brillantes y pintadas incrustadas en la madera.

Esta escultura nos sirve para conocer alguno de los símbolos de poder de tipo más local, ya que el hombre va ataviado con la típica falda de dignatario, así como porta en su mano izquierda el bastón de mando que también le sirve de apoyo, mientras que en la mano derecha portaría un cetro propio de su status social (este cetro si se ha perdido).

También se ha perdido con el paso de siglos y milenios el colorido de la obra, ya que se sabe que estaría policromada, lo cual todavía le proporcionaría a la representación de este personaje un mayor grado de viveza y de humanidad. Sin embargo, a pesar de la pérdida de su color original, la escultura de Cheik el Beled sigue siendo un testimonio fascinante de la habilidad y el arte de los antiguos egipcios, y un recordatorio de la diversidad y la riqueza de su cultura.