Estatua de Kefrén
Esta escultura se realizó durante la Dinastía IV de los faraones de Egipto, y en la actualidad se expone en las salas del museo de El Cairo.
La obra fue esculpida en roca diorita de un brillante color negro y nos muestra al faraón Kefrén sentado solemnemente en su trono. Es la representación más prototípica de un faraón embestido como un dios, de hecho, en el Antiguo Egipto los faraones alcanzaban el rango de divinidades. Por ello cuando eran representados en forma de figuras totalmente idealizadas, fuera en escultura o en pintura. Para comprobarlo basta ver la esbeltez del musculado cuerpo de Kefrén, que por otra parte mira al espectador con una mirada distante, serena y que transmite dignidad.
Al mismo tiempo aparece vestido con todos los elementos propios de su cargo, y únicamente lleva una corta falda plisada, la barba ritual y la también peluca ritual que recuerda al dios Horus, uno de los más importantes de la religión del Antiguo Egipto. Y también aparecen otros símbolos propios de su reinado, como las cabezas de león talladas en las patas del trono o las incisiones que se ven de la flor del papiro y la flor de loto simbolizando la unificación de los dos territorios egipcios.
En cuanto a la calidad artística de la escultura, hay que destacar que la piedra de diorita es extremadamente dura, por lo que el trabajo que requiere para su talla es muy costoso y se necesita mucha maestría, algo que en esta obra es evidente, ya que se aprecia finamente labrada y sobre todo muy pulida, lo que le proporciona una clara suavidad natural, a la vez que un vigoroso brillo que redunda en el mensaje de mostrarnos un personaje sobrehumano, como se le consideraba al faraón.
Para lograr esta calidad escultórica, se sabe que su artífice partió de un bloque cúbico de diorita, y sobre él marco tanto la parte frontal de la escultura como sus laterales. Y a partir de ahí talló hacia el interior, alternativamente desde cada una de esas caras de la roca, hasta todos los puntos de vista coincidieron, para lograr un resultado en el que destaca la inmovilidad tridimensional de la figura.
No es esta la única representación escultórica que se hizo de este faraón. De hecho, se harían muchas mientras estuvo en vida, pero a nosotros han llegado muy pocas. Entre ellas, sin duda alguna la más famosa y conocida en todo el mundo, es la portentosa Esfinge de Gizeh, donde se supone que el rostro es el del faraón Kefrén, aunque en este caso representado con un cuerpo de león. Toda ella se talló a un tamaño descomunal y sobre la roca viva del paisaje, lo que la convierte en uno de los grandes símbolos de la cultura del Antiguo Egipto.
Lo cierto es que la Esfinge junto a las vecinas Pirámides son los monumentos más emblemáticos de aquella civilización, y entre las tres famosas pirámides, la de tamaño mediano se construyó para ser la tumba de este mismo faraón, ya que esas pirámides estaban destinadas a ser las suntuosas sepulturas de los faraones Keops, Kefrén y Mikerinos.