Crucifijo de Gero
Esta obra emblemática del arte otónico u otoniano se encuentra en el interior de la gigantesca catedral gótica de la ciudad alemana de Colonia. Desde luego la escultura es anterior al actual templo, ya que fue realizada en la última parte del siglo X por encargo de Gero, arzobispo de Colonia entre los años 969 y 976.
Lo cierto es que la imagen del Cristo redentor crucificado tal y como se nos muestra en esta escultura en su momento fue completamente innovadora en el arte europeo.
Se trata de un Cristo de escala casi monumental, pero aún así cercano. Sus formas están labradas en la madera con un portentoso dominio de la suavidad de las líneas curvas. Mientras que a diferencia de obras precedentes en las que se veía un crucificado inexpresivo, en este caso estamos ante una figura que plasma todos los dolores que en semejante momento sufriría un hombre.
Esto se manifiesta en diversos detalles, como por ejemplo la curvatura que se le da al cuerpo indicando con ello todo su peso y un cansancio insoportable, a punto ya de agotarlo y descoyuntarle sus brazos y hombros tirantes.
Y por supuesto esa expresividad se concentra en el rostro de Jesús. Vemos una cara con todos sus rasgos angulados, cincelados con cuidado y brutalidad al mismo tiempo. Con ello consigue trasladarnos bien a las claras la sensación de agonía, de una persona ya prácticamente muerta.
Como hemos dicho, cuando se realizó esta obra, no había referentes en el arte prerrománico del occidente de Europa de un Cristo tan humano, sufriente y expresivo. Por esa razón, los investigadores del arte otónico han buscado los referentes en otros territorios.
De este modo se ha llegado a la conclusión de que el escultor del Cristo de Gero estaría influido por el arte bizantino. Y para comprender como llegó un influjo tan lejano hasta las tierras germánicas hay que tener en cuenta que el rey Otón II que gobernaba entonces se había casado con una princesa bizantina. Algo que sin duda estableció vínculos con ambos imperios.
Sin embargo, no todo es de esa influencia. Hay mucho de creatividad en esta obra, ya que sin duda alguna los «cristos bizantinos» son expresivos y sufren pero de un modo más amable. Sin embargo aquí, el artífice de esta gran obra de la Catedral de Colonia se nos muestra como un gran artista del realismo más expresivo, una corriente que ha perdurado durante siglos a la hora de realizar la imagen de Jesús crucificado.