Crucifijo Arezzo, Cimabue
Cenni di Pepo Cimabue, más conocido simplemente con el nombre de Cimabue, es una de las figuras más destacadas del Trecento Italiano. En esta época, la pintura gótica empieza a mostrar ciertos signos de modernidad y naturalismo allanando el camino para la entrada del Quattrocento y en este sentido la figura artística de Cimabue es uno de los pintores que mejor refleja en sus obras la tradición y los pequeños avances técnicos cada vez más naturalistas y realistas.
En esta ocasión, nos centraremos en una de las obras del artista que si bien bebe de la tradición gótica y bizantina, en ella se aprecian algunos elementos formales que merecen una especial atención. Tradicionalmente se ha considerado a Cimabue (1240 – 1302) como el iniciador de la escuela florentina del Trecento italiano. En realidad, no son muchos los datos que tenemos acerca de la vida de este autor, nacido en Florencia Vasari nos da en su libro algunas noticias sobre el artista aunque pocas de ellas han podido confirmarse, parece ser que sus maestros pudieron ser pintores bizantinos y en su época el artista cosechó grandes éxitos, el escritor Dante ya lo consideraba como uno de los mejores artistas que había precedido a Giotto.
A finales del siglo XIII, en torno al año 1270, la iglesia de San Domenico de Arezzo le encarga un gran crucifijo que el artista resuelve de manera magistral. Pintado al temple sobre tabla, Cimabue presenta una cruz latina con el brazo del especialmente largo. Parece ser que los modelos bizantinos influyeron fuertemente en el artista de manera que en la Crucifixión podemos observar la figura de Jesucristo que resalta poderosamente en la cruz, los ojos aparecen cerrados y su cuerpo se ladea sin fuerzas en un movimiento exagerado que si bien remite a las formas que veinte años antes ya anticipaba Giunta Pisano en su obra Christus Patiens. Jesucristo aparece con la cabeza ladeada hacia el lado derecho, como si su cuello ya no pudiese sostener su peso, y coronado por un gran nimbo dorado. Su cuerpo aparece marcando una gran musculatura sobre todo en la zona del abdomen que el artista ha dividido en tres partes y que remite a los modelos de la miniatura clásica. Como única prenda un paño rojo de pureza bastante largo y en el que se puede apreciar la técnica del damasquinado con hilos de oro.
En los extremos del travesaño de la cruz se ha colocado las figuras de San Juan Evangelista y Santa María; ambos llevan su mano hacia el rostro en un gesto de dolor. María aparece con una túnica togada siguiendo los modelos bizantinos. En la zona superior del travesaño vertical, la figura de Jesucristo resucitado bendice desde lo alto.
Si bien es cierto que en la obra de Cimabue se puede apreciar la influencia de los modelos bizantinos, no es menos cierto que el florentino irá incorporando en sus obras cada vez más avances y elementos naturalistas de manera que sus crucifijos y en especial sus majestades serán uno de los puntos de apoyo para sostener la nueva tradición renacentista.