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Crucifijo Santa Croce

Publicado por Laura Prieto Fernández

La evolución que sufrieron las formas góticas para llegar a desarrollar una estética clasicista enmarcada en el Renacimiento estuvo dominada en Italia por una tendencia denominada como Trecento. En esta época, las rígidas formas del estilo gótico se van abandonando paulatinamente en pro de formas más realistas y naturales como las que después se desarrollarán en el renacimiento. Según uno de los teóricos más destacados de esta etapa, Giorgio Vasari, en el Trecento Italiano se diferenciaron dos escuelas que potenciaron distintas sendas, por un lado la escuela sienesa con artista como Fra Angélico a la cabeza que desarrollaron un arte galante, de formas sinuosas y elegantes; por otro lado, la escuela florentina –en la que destacan artistas como Masaccio o Cimabue- más interesada en la perfección técnica y en los avances en el campo de la perspectiva.

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La obra que aquí analizamos pertenece a esa segunda escuela y se trata del Jesucristo crucificado de Cimabue, también conocido como Crucifijo de Santa Croce de Cimabue por encontrarse ubicado en la Iglesia de Santa Croce de Florencia. Cimabue, cuyo verdadero nombre era Cenni di Pepo (1240 – 1302) es uno de los principales artistas de la escuela florentina. Lo cierto es que no son muchos los datos que conocemos acerca de su vida y la mayoría de ellos son confusos; según Vasari sus maestros debieron ser bizantinos y a juzgar por la cantidad de encargos que recibió, debió de ser considerado como uno de los mejores artistas de su tiempo.

En Santa Croce no era la primera vez que Cimabue pintaba un crucifijo, quizás mucho más famoso que éste sea el crucifijo que diez años antes había pintado para la iglesia de Arezzo. En realidad el esquema compositivo no ha cambiado tanto, aunque ciertos avances en su composición sí que nos dan una idea de un estilo más maduro y desarrollado. El crucifijo de Santa Croce debió de ser pintado entre 1275 y 1285, se trata de una gran pieza realizada en óleo sobre madera que mide casi cuatro metros de altura y más de cuatro con treinta metro de anchura.

La postura de Jesucristo con una gran torsión del cuerpo al igual que la composición con los retratos de María y San Juan, siguen siendo muy similares al que el artista ya había pintado en Arezzo. Sin embargo el naturalismo de la obra ya es mayor y las formas no son tan rígidas, además el colorido es mucho más realista jugando con la luz y los volúmenes de la pieza.

Lamentablemente la obra de Cimabue resultó gravemente dañada en las inundaciones de la ciudad de Florencia que tuvieron lugar en 1966. El agua subió más de cinco metros de altura y provocó graves daños tanto en la iglesia como en las obras que allí se encontraban. El crucifijo perdió casi el sesenta por ciento de su pintura, sobretodo en la figura de Jesucristo, y tuvo que ser sometido a una gran restauración en la que se repintaron las zonas perdidas a causa del agua.