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Diana de Versalles

Publicado por Laura Prieto Fernández

La Diana cazadora o Diana de Versalles es una de las esculturas exentas más afamadas que hoy se pueden observar en el Museo del Louvre de Paris, ésta se encuentra dentro del Salón o Sala de las Cariátides realizada ex profeso para albergar esta fantástica escultura.

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La obra data del siglo I – II d. C. se trata de una copia romana realizada en mármol creada a partir de un original griego fabricado en bronce de tamaño casi natural, alcanza los dos metros de altura, que parece ser databa del periodo helenístico y podría haber sido realizada por el escultor Leocrates de Atenas. Así la obra siempre se ha puesto en relación con otra escultura de este afamado artista clásico, El Apolo Belvedere.

Tradicionalmente la obra siempre ha sido muy cuidada y valorada. Parece que su origen se retoma a la ciudad de Nemi donde fue hallada aunque otros historiadores parecen ubicar su procedencia en la Villa Adriana, Tívoli. A mediados del siglo XVI el papa Pablo VI regaló la escultura al monarca francés Enrique II, quién por aquel entonces mantenía relaciones extramatrimoniales con Diana de Poitiers. El rey hizo que instalaran la estatua en su palacio de Fontainebleau. Durante el siglo XVII el monarca Enrique IV decidió trasladar la obra al Palacio del Louvre, mientras en Fontainebleau se instaló una réplica realizada en bronce. Luis XIV decidió trasladarla a Versalles pero durante la Primera República la obra se trasladó ‘o de nuevo a su ubicación en el Louvre.

La escultura representa a la joven diosa de la caza – Artemisa en la cultura griega y Diana en la romana- acompañada de un pequeño ciervo. Se trata de una imagen llena de dinamismo y vitalidad; Diana aparece representada como una joven y bella muchacha que se dispone a cazar. Ataviada con una túnica corta a modo de vestido, el quitón dorio, aparece con el clásico peplo anudado a la cintura y sandalias en los pies. Su pelo aparece recogido dejándonos una perfecta visión de su bello rostro; en la espalda cuelga una aljaba de donde la diosa coge una flecha. En su mano derecha vemos el arranque de un arco de caza que hoy se ha perdido y que completaría la escena.

A su lado un ciervo macho y adulto de tamaño inferior al natural corre junto a la diosa. Su anatomía ha sido perfectamente cuidada, aparece encabritado saltando una especie de tronco o rama que sirve como punto de anclaje y apoyo al conjunto escultórico.

La obra ofrece una gran multiplicidad de puntos de vista, es un conjunto dinámico donde el escultor se ha encargado de mostrar el movimiento en acto de la diosa Diana. En su figura se aprecia un potente contrapposto que hace corresponder el brazo doblado del carcaj con la pierna derecha más adelantada y el brazo derecho del arco con la pierna izquierda más retrasada. En sus ropajes también se aprecia el movimiento de la obra, los pliegues son suaves, poco profundos, y caen con gracia y naturalismo por el cuerpo de la joven diosa.