Gibraltar de Alexander Calder
Siempre que se menciona al estadounidense Alexander Calder (1898 -1976) hay que hablar de sus esculturas cinéticas, sus móviles, gigantes como el que hay frente a la sede de la UNESCO, o a un tamaño más reducido. Pero independientemente de sus dimensiones, se trata de verdaderos referentes de un hallazgo conceptual de gran valor: dotar de movimiento a un arte aparentemente estático como es la escultura.
Lo cierto es que Calder ideó muchas esculturas móviles y casi siempre basándose en formas abstractas y geométricas. Así ocurre también con esta obra de Gibraltar de 1936 que se expone en el MoMA de Nueva York. Sin embargo en este caso pese al planteamiento abstracto hay un elemento figurativo que se puede identificar fácilmente. Es esa base a modo de cono con una forma que de manera inmediata recuerda el Peñón de Gibraltar desde el que se contemplar el estrecho del mismo nombre donde se unen las aguas del Atlántico y el Mediterráneo, y donde se separan las tierras de Europa y de África.
El Peñón es un gran roquedo, pero aquí Calder lo plantea con un trozo de madera tropical, de lignum vitae cuya rugosidad, pesadez y solidez se relaciona visualmente con el accidente geográfico del Estrecho de Gibraltar.
Esa pesadez se equilibra y suaviza con el resto de elementos de la obra. La primera es una plancha de madera de nogal que parece insertarse en el Peñón. Y sobre ella hay otra esfera más de madera, así como se elevan dos varillas de acero en cuyos puntos altos se distingue una pequeña bolita y una media luna, elementos habituales en las obras de Calder y que son deudoras de su pasado como artista del Surrealismo.
Todo en esta obra parece ser contradictorio. Es abstracta pero identificamos un elemento. Hay un movimiento ligero y vertical gracias a las varillas de acero, pero este se ve compensado con la gravedad de la pieza base de lignum vitae. Y por otra parte el tratamiento de cada material va variando. Hay casos de un fino pulido manual y otros se hacen con máquinas.
Ese equilibrio de formas, ideas y contrarios es algo que interesaba mucho a Calder y con lo que jugó en muchas ocasiones. De hecho, él hablaba de que pretendía representar una especie de universo. Y aquí podemos ver que incluye elementos como las estrellas, la tierra, la luna, órbitas, etc. Aunque uno de los rasgos distintivos de este autor, es que al mismo tiempo que esa premisa del Universo puede parecer muy trascendental, la verdad es que siempre había ligereza y algo de humor en sus creaciones.