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Guardianes Nio de Unkei

Publicado por A. Cerra

Guardián Nio

El Budismo llegó a Japón hacia la mitad del siglo VI y eso supuso una verdadera transformación del arte nipón en diversas disciplinas desde la arquitectura a la pintura. Y por supuesto también ese cambio influyó enormemente en el desarrollo de la escultura.

Los escultores de obras budistas pasaron a llamarse busshi (maestro budistas), aunque sus obras no solo representaban al propio Buda, también dedicaron creaciones a otras deidades, guardianes y diversas figuras tradicionales. Un buen ejemplo son los Nio.

En la tradición y los relatos budistas estos Nio son dioses guardianes benévolos que acompañaron al propio Buda en sus últimos años de vida pasado al noreste de la India. Curiosamente los Nio son deidades hindúes que adoptaron los japoneses, ya que en muchos templos budistas repartidos por el archipiélago del Extremo Oriente era habitual colocar dos figuras de Guardianes Nio. Unas estatuas que tenían el propósito de alejar el mal del recinto sagrado.

Entre todas estas figuras, las más famosas y posiblemente también las más hermosas son los Guardianes Nio que realizó Unkei. Este artista falleció en el año 1123 y era el gran líder de la escuela Kei de escultura budista en la ciudad de Nara, por entonces capital de Japón.

En concreto os mostramos uno de los dos Nio que realizó para defender la puerta sur del templo de Todai-ji en Nara. Son figuras que alcanzan una altura superior a los 8 metros. Están tallados en madera y su peso total llega casi a las 7 toneladas. Son dimensiones sobrecogedoras, pero todavía lo es más su aspecto. Tienen la pose, la actitud y la intención de aterrar a quién las ve, ya que su objetivo no era otro que ahuyentar el mal. Y para ello no dudarían en usar toda la fuerza que delata ese cuerpo musculado y la ira que vemos plasmada en la expresión de su rostro.

Se sabe que en este caso, Unkei contó con la colaboración de otro gran escultor del momento, Kaikei, quien a su vez puso a trabajar a todo su equipo de ayudantes. Por eso esta obra y su pareja estuvieron acabadas en tan solo dos meses. Por otra parte el trabajo de tantas personas es posible porque cada estatua está compuesta de varias piezas que luego se ensamblan. Esta técnica de trabajo se denomina yosegi, y no solo permite una rápida ejecución, también favorece que el resultado final sea de enorme dinamismo, ya que a cada pieza se le puede dar tratamientos y formas muy forzadas.

Por cierto, cuando se trabajaba las parejas de Guardianes Nio, uno de ellos siempre lleva la boca abierta, mientras que el otro la cierra. Representan respectivamente el principio y el fin de las cosas, y su colocación también sigue la norma que colocar a la derecha la guardián que representa el inicio, y a la izquierda el otro. Pero más allá de los simbolismos y la tradición, la verdad es que las estatuas de Unkei son de una enorme calidad y de un enorme realismo de tintes heroicos. Un espíritu y un estilo que dominó la escultura japonesa budista hasta el siglo XIV.