Hacha Kunz
Estamos ante un hacha votiva habitual en los restos materiales que nos han llegado de la cultura precolombina de los Olmecas, situada en México.
En este caso es un hacha que incluso tiene su propio nombre. Si bien eso se debe a que perteneció a la colección del doctor Georges F. Kunz, aunque en la actualidad se expone en el Museo de Historia Natural de Nueva York.
Es una pieza datada con anterioridad al año 600 antes de Cristo, y presenta unos rasgos comunes con muchas otras hachas votivas o ceremoniales. Unos objetos que en general son de pequeño tamaño (esta no alcanza los 30 centímetros), lo cual contrasta con uno de los elementos más característicos de la escultura olmeca, como son sus Cabezas Colosales.
Se puede observar que el hacha tiene una forma de cuña. Y es habitual que solo esté tallada en su cara frontal, donde se ve un personaje con una boca característica, en la que pueden aparecer los colmillos del jaguar, el animal divinizado por antonomasia en muchas culturas prehispánicas de Centroamérica.
Además son hachas ceremoniales realizadas en piedras semipreciosas, como el jade, un material hermoso pero que además poseía un fuerte simbolismo dado su intenso color verde, como el de la frondosa vegetación selvática de la zona.
El hecho es que el jade se asocia con las ofrendas fúnebres, planteando así una especie de renacer tras la muerte, al igual que ocurre con los ciclos vegetales.
No obstante, independientemente de su valor simbólico, desde un punto de vista artístico el empleo de jade es más que destacable, ya que requiere un importante dominio técnico por parte de sus talladores, ya que es una piedra bastante dura y difícil de trabajar. Lo cual no impidió que consiguieran dotar a sus rostros de cierta expresividad y sobre todo crearon formas bastante proporcionadas.
También llama la atención el excepcional pulimentado final de la pieza, algo que se hacía por abrasión. Por ello la piedra finalmente es muy atractiva tanto a la vista como al tacto. De hecho, las hachas votivas olmecas fueron muy apreciadas por otros pueblos, tanto que concretamente el Hacha Kunz se encontró en el valle de Oaxaca, lejos del epicentro de la cultura olmeca. Y como curiosidad se puede decir que fue un elemento que se usó en rituales de otras culturas precolombinas. Algo que parece indicar una ilustración del Códice Tro-cortesiano de la época maya, donde se ven a dioses que golpean las nubes con sus grandes hachas para que llueva y así lleguen las buenas cosechas.