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«Las señoritas d’Avignó» de Picasso

Publicado por Chus

A raíz del impresionismo se había instalado en Europa una modalidad de pintura en la que la disolución de los volúmenes y contrapesos estructurales alcanzaba la primacía. Ello provocó la reacción consiguiente, visible en la teoría y en la práctica de los primeros reformadores de aquel movimiento. Cezanne, con su conocida frase sobre el prisma, el cubo y la esfera, preconizaba una contención formal desconocida hasta ese momento.

Tras la anticipación de Cezanne, tras la independencia del color y la línea de Gauguin, en los fauves y en el Picasso de la época rosa, tras la primera valoración de la materia hecha por Van Gogh y por los pioneros del expresionismo, la sobriedad, tenía que aquietar los ánimos, con lo que muy lentamente se fueron esquematizando las formas. El color se limitó también poco a poco, por lo que al pintar en 1907 las “Señoritas d´Avignó”, el artista no realizó un corte tan brusco, como en principio pareciera, con la pintura anterior, sino un puente entre el final de una evolución y la incipiente sistematización de las posibilidades de otra más rigurosamente analítica, que tomaría a esta obra como punto de arranque.

Este óleo sobre lienzo es una de las más famosas de todo el Arte Contemporáneo, ya que abre una de las puertas más novedosas de las vanguardias del siglo XX. En ella, las convenciones de la belleza tradicional se han desechado, dejando solamente el lenguaje de la pintura, evocador de una fuerza tal vez mágica que se apodera al instante del espectador. Todos los detalles han desaparecido tras un largo y constante trabajo. Al principio el cuadro debería representar la alegoría de la variedad de las cosas (en un prostíbulo parisino). En el centro de los primeros bocetos aparecía un marinero con una calavera en las manos rodeado de figuras desnudas que, como en un cuadro de Cezanne, formarían una especie de construcción arquitectónica de cuerpos, pero estas asociaciones desaparecieron en la pintura definitiva, que deja a cinco mujeres desnudas como únicos personajes, siendo las dos centrales de influencia ibérica y las otras dos claras referencias a máscaras africanas. Las figuras del centro se relacionan de manera directa con el “Retrato de Gertrude Stein” y el “Autorretrato” de 1906, gracias a la construcción en arcos, con los ojos almendrados y el color atenuado.

La composición aparece como un tríptico que tiene en la parte izquierda una figura construida a base de anchos planos, como si fuese una escultura en madera tallada a grandes golpes de hacha. A la derecha tanto en la figura agachada como en la que está en pie, el pintor va más allá, a base de pinceladas grandes y llenas de color, plasmando una figura que ya no es la imagen de un cuerpo desnudo, sino su símbolo. Con ello consigue dar el paso decisivo que conduce desde la imitación de las formas de la naturaleza a una interpretación de la realidad en un lenguaje exclusivamente pictórico.

Es una obra de líneas rectas y angulosas. Cuerpos y el espacio que los rodea parece esculpidos con un hacha, tanto los cuerpos (sin apenas modelado), como el resto del espacio, e incluso la cortina que cierra el cuadro a la izquierda. Así, las figuras y el espacio que media entre ellas se enlazan con unos planos geométricos que anulan la profundidad. Con ella se destruye la perspectiva renacentista, ya que en lugar de representar un único punto de vista, propone una simultaneidad de visiones condensadas en una sola imagen. Así tenemos rostros donde aparecen simultáneamente unos rasgos representados de perfil y otros de frente. Aparece además un diferente punto de vista para las figuras y para la mesa, vemos figuras de espaldas con el rostro frontal, etc. Respecto a los colores, señalar la presencia tanto del rosa como del blanco, ya que entre los colores deja ver rozos del lienzo.

Esta obra se considera como el punto inicial del cubismo, al ser la primera tentativa seria de dotar a la tela de una dimensión extraordinaria, sin recurrir a la perspectiva tradicional. Se rechaza todo tipo de atmósfera y volumen, señalando la nueva dirección que toma el arte hacia formas sólidas y escultóricas, seguramente por influencia del arte africano (descubierto en ese momento por artistas franceses y alemanes) y de las formas arcaicas de la escultura ibérica.