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Hebe de Thorvaldsen

Publicado por A. Cerra

Hebe de Thorvaldsen

Esta es una obra que ejemplifica bien a las claras las características del arte de este escultor danés. Bertel Thorvaldsen representó a Hebe en dos ocasiones, una en 1806 (la que vemos aquí) y otra diez años más tarde. Y ambos mármoles se conservan en el museo que lleva el nombre del artista en Copenhague.

Hebe era hija de Zeus y Hera. Su función era servir a sus padres, y sobre todo era la copera de los dioses. Por eso aquí la vemos en la actitud de servir una copa de vino. Para ello Thorvaldsen nos muestra su enorme cultura sobre la Grecia clásica, ya que cada elemento que representa está basado en los modelos arqueológicos. Es decir, lleva un kylix que es el cuenco donde se vertía el vino, y lo lleva en la típica botellita cerámica, llamada oinoko. A su vez, la muchacha va vestida como lo van todas las esculturas femeninas del primer clasicismo. En realidad, la figura fácilmente nos puede recordar a las de Fidias para el Partenón de Atenas.

Por cierto, este espíritu de arqueología en el arte neoclásico, también se trasladó a la moda, y durante un tiempo las mujeres de comienzos del siglo XIX vestían prendas muy similares a esta, con talles altos y largos pliegues.

En cuanto a la representación en sí, la podemos comparar la Hebe que hizo el otro gran escultor del arte neoclásico, el italiano Antonio Canova.

Sin duda, la del danés es una figura mucho más formal y sumisa. Mientras que la de Canova parece como más alborotada. Para ello hay dos explicaciones. En primer lugar porque el escultor danés era mucho más rígido en sus planteamientos formales, mientras que el italiano era capaz de tomar el espíritu clásico pero dotarlo de más vida.

Pero por otro lado hay que buscar la explicación en el momento o el aspecto de Hebe que ambos quieren mostrar. Thorvaldsen parece centrarse más en el aspecto servil de la chica, que era uno de sus rasgos, una chica educada para servir con fidelidad a sus mayores, como corresponde a una joven virtuosa. Sin embargo, Canova parece interesarle más otro aspecto del mito de Hebe, ya que la muchacha tenía como obligación primordial servir bien el vino, sin embargo en una ocasión tropezó y se lo derramó a Zeus, motivo por el que fue castigada. Un episodio que vendría a representar el aspecto más alocado e inconsciente de la juventud, que actúa sin tener en cuenta las consecuencias.

De hecho, cuando en el siglo XIX se retoman con tanta fuerza los mitos antiguos de Grecia o Roma se hacen por un interés estético, pero siempre hay otra motivación ejemplarizante, y aquí vemos dos versiones y visiones de un mismo personaje.