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Joven mora con un muchacho y un perro de Nicolas Cordier

Publicado por A. Cerra

Nicolás Cordier nació en Francia, concretamente en la población de Saint Michel, hacia el año 1567. En la región de Lorena del país galo daría sus primeros pasos como escultor, realizando trabajos tallando piezas de madera y labrando piedra. Pero pronto comprendió debía ir a Italia para mejorar su arte, así que se estableció en la capital artística de aquellos años: Roma.

Allí ya nunca le faltó el trabajo. Estudió con pasión a Miguel Ángel y también el arte clásico, tanto que se convirtió en un reputado restaurador de obras de la Antigüedad. Y no solo eso. Los mismos mecenas que le encargaron algunas de esas restauraciones de piezas antiguas, también le encargaron realizar obra nuevas. Y de hecho son varias las iglesias romanas que todavía conservan sus creaciones como la de Santa María sopra Minerva o la Basílica de Santa María la Mayor.

Pero además de esas restauraciones y de esos encargos, Cordier, cuyo sobrenombre en la época era Il Francesino, aludiendo a su origen, también destacó en otro tipo de obras. Esculturas en las que mezclaba diversos materiales y los ensamblaba como si fueran uno solo. Es la técnica del entrelazado que se puso muy de moda a comienzos del siglo XVII y en la que realizó esta obra de la Joven mora con un muchacho y un perro. Una creación anterior a 1607, fecha en la que se sabe que la adquirió el Cardenal Borghese, de hecho en la actualidad todavía sigue expuesto en la Villa Borghese.

En este caso, Cordier empleó dos tipos de mármoles. Pero en otras ocasiones llegó a usar alabastro y bronce en una misma figura. Un tipo de composiciones que tuvieron mucho éxito hasta que irrumpió con una fuerza incontenible el arte de Bernini, un gran maestro de mármol blanco.

De alguna forma, Cordier, como escultor barroco es uno de los principales precedentes de Gianlorenzo Bernini y lo es gracias a obras como esta.

Aquí vemos una joven mora, o sea, de raza negra como nos indica el mármol usado. La calidad del artista por ejemplo se puede apreciar en el peinado de trenzas y rizos con que ha peinado a la mujer. La cual destaca todavía más al vestir una túnica blanca, que se ata a la cintura con una pieza policromada y cuyas mangas se arremangan para que de nuevo vuelva a aparece la piel negra de los brazos. También es de ese color el niño al que acaricia la joven con su mano izquierda. Mientras que con la derecha sostiene un perrillo que parece formar parte de esa enternecedora familia.

Sin duda se trata de un grupo desbordante de intimidad y dulzura. Una pieza que tal vez el artista hizo reutilizando piezas antiguas.