Niza de Nicolas de Staël
El artista de origen ruso Nicolas de Staël pintó esta obra en 1954, un cuadro que hoy en día cuelga en el Hirshhorn Museum y Jardín de Esculturas de Washington en Estados Unidos. Pero tan solo un año después, a la edad de 41 años, el artista se acabó suicidando harto de las críticas recibidas por su trabajo y el constante empeño por reconciliar las formas del arte abstracto con el arte de carácter figurativo.
El cuadro es el resultado de vivir en la ciudad francesa de Niza durante la Segunda Guerra Mundial, a donde llegó tras estar dos años cumpliendo servicio en la Legión Extranjera. Podemos entender la imagen como un intento de representar unos recuerdos del pasado. Es un cuadro en la que queda clara la economía de formas, tanto en los colores como en las líneas. Unas herramientas con las que quiere mostrar como la memoria simplifica y hasta distorsiona lo ocurrido, de ahí la sencillez incluso en el extraordinario carácter plano de la composición.
No incluye detalle alguno, ni tampoco se trasluce un sentimiento de posible nostalgia. Solo quiere representar un esquema que evoque la solidez de esa elegante urbe de la Costa Azul Francesa, por cierto, nada está pintado con el azul del mar que da nombre a esta zona del Mediterráneo.
Nos presenta tres bloques de pintura, contiguos y gruesos. Uno gris pálido, otro rojo y otro negro, todos ellos trasladados a la tela mediante la espátula, no con un pincel. Algo especialmente claro en el bloque negro y sobre todo en el rojo, el último que realizó. Este rojo se convierte en la gran nota de color realizada a base de una sola pasada de espátula y una posterior modificación para que sea más lisa, reflectante y dominante de todo el conjunto.
No obstante ese dominio lo tiene que compartir con el vecino bloque negro, el cual es igual de espeso y hasta de mayores dimensiones. También es muy liso, y aunque parece un rectángulo, la verdad es que tiene un toque trapezoidal estrechándose a su izquierda, lo cual proporciona una guía de perspectiva relacionada con las diagonales del fondo que parecen apuntar una escasa profundidad.
Y para contrapesas los tres grandes bloques geométricos a su derecha surge las tres líneas verdes horizontales que acaban por salirse del cuadro. Viendo el conjunto se puede apreciar que la composición era el gran punto fuerte de De Staël, así como la estudiada combinación de colores. Con eso le basta para transmitir la serenidad que para él emana Niza, sin que le sea necesario representarla.