La civilización occidental y cristiana de León Ferrari
León Ferrari (1929 – 2013) no solo es uno de los artistas más polémicos que han surgido en las últimas décadas en Argentina y en toda Latinoamérica. Se le puede considerar uno de los creadores más ácidos y también más lúcidos de los últimos tiempos en el mundo.
Lo ha sido siempre con las obras más variopintas. Desde sus poemas hasta sus collages y reproducciones, como sus famosa serie de los Excrementos, donde muestra los famoso frescos que pintó Miguel Ángel en la Capilla Sixtina pero recubiertos con las deposiciones de aves, plasmando así de una forma rotunda y agria que la justicia puede ser arbitraria, incluso en el Juicio Final.
Obviamente gracias a obras como esa no ha sido un artista especialmente querido por la Iglesia, y mucho menos aún si tenemos en cuenta que su creación más emblemática es esta que vemos aquí, titulada La civilización occidental y cristiana.
En ella vemos un Cristo en la cruz, pero esa cruz es claramente un caza militar norteamericano, La imagen no puede ser más potente, y también está abierta a diversas interpretaciones. Si bien, parece que la que más se acerca a las intenciones del autor es visualizar como la violencia se ha convertido en algo de lo más naturales en la sociedad de nuestra época.
Recurrir a los elementos y símbolos religiosos para hacer sus proclamas sobre la guerra, la injusticia o el poder es algo que Ferrari ha ido repitiendo a lo largo de su trayectoria. Lo cual le ha traído más de un problema. Pero eso no le hizo cambiar de planteamientos creativos.
Ferrari se formó como ingeniero, sin embargo a partir de 1950 se adentró en el mundo del arte. Precisamente en Roma, donde comenzó a trabajar la escultura, al principio usando materiales clásicos como la terracota, la madera o el yeso, pero luego fue incorporando otros elementos distintos como el hormigón, metales, color, dibujos, así como también cultivó la poesía, la escritura y los collages de imágenes. Y todo ello concebido con un objetivo claro, lograr conmover al espectador y forzarlo a que tome una posición.
Es un arte estético, pero también político. Y de hecho, cuando alguna vez se le acusó de que sus obras no eran arte sino discursos, él no tenía ningún problema al respecto. Le daba igual como lo definieran. Porque para él era tan importante el acto creativo como el mensaje y el contexto histórico en el que se estaba desarrollando. En este caso la fecha en que ejecutó La civilización occidental y cristiana fue el año 1965. Una época en la que se estaba desarrollando la Guerra de Vietnam. Así que está claro que quiso mostrar como la occidente y su religión estaba bombardeando y masacrando a la población y la cultura de ese país del Sudeste Asiático.