La época postclásica (sido IV a.C.)
En el siglo IV, la escultura griega que sigue por el terreno del idealismo, aparecerá animada por un sentido más humano. Las figuras pierden la serenidad y solemnidad casi divina del período anterior, y se representan ahora como tales personas, cuyos rostros reflejan un estado emocional concreto: unas veces están plácidos, llenos de emoción y de lirismo, otras muestran sentimientos de tragedia… También es éste un momento en el que la escultura pierde la absoluta simplicidad del siglo V. Ahora se muestra la anécdota, aquello que es trivial y pintoresco.
Praxíteles es, quizás, el escultor que mejor encarna los nuevos tiempos. El estilo atlético y grandioso de la época precedente deja en él paso a un estilo caracterizado por la gracia y la suavidad femenina. Sus figuras adoptan formas blandas y suaves y sus cuerpos se arquean en prolongada curva (curva praxiteliana). El escultor se recrea en acariciar las superficies del mármol, evitando las rectas y las rugosidades; por eso el paso de la luz a la sombra se hace imperceptiblemente, consiguiendo un efecto pictórico que se llama esfumato (las figuras aparecen suavemente sombreadas). Sus obras más famosas son la Afrodita de Cnido y el Hermes de Olimpia. En ésta, de la que se ha conservado el original, el dios, con el cuerpo en ligera flexión (arquea la cadera formando la típica curva praxiteliana), está en actitud de mostrar el racimo de uva. que tiene en su mano derecha, a Dionisos, representado como un niño.
Además de estas obras, Praxíteles también es conocido por su Sátiro en Reposo, una escultura que muestra a un sátiro, criatura mitológica mitad hombre, mitad cabra, en un estado de reposo y relajación. Esta obra es representativa de la tendencia de Praxíteles a humanizar sus figuras, incluso las de origen mitológico, y a darles una apariencia más suave y delicada.
Lisipo es un artista que renueva la tradición de la escultura atlética, aunque abandonando el canon de Policleto (él preferirá unas proporciones un poco más esbeltas). El Apoxiomenos, su obra más famosa, es la representación de un artista desnudo, con los brazos extendidos hacia delante, en actitud de quitarse el aceite que se había puesto para realizar el ejercicio; al avanzar sus brazos, nos invita a la contemplación des de diversas perspectivas (riqueza de puntos de vista).
Lisipo también es conocido por su Alejandro Magno, una escultura que representa al famoso conquistador en su juventud. Esta obra es un ejemplo de cómo Lisipo utilizó la escultura para capturar la esencia de sus sujetos, en lugar de simplemente representar su apariencia física.
El tercer gran escultor postclásico es Escopas, el cual se caracteriza por las representaciones trágicas y las expresiones patéticas, en una línea que anuncia ya la escultura helenística. Su Ménade Herida, es buena muestra de su estilo. Escopas también es famoso por su trabajo en el Mausoleo de Halicarnaso, una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, donde sus esculturas de batallas míticas y héroes legendarios ayudaron a establecer el tono dramático y emocional de la época helenística que estaba por venir.