Palau de la Música Catalana
Esta obra situada en la ciudad de Barcelona la proyectó y ejecutó el arquitecto Lluis Domènech i Montaner entre los años 1905 y 1908. Y está considerada como una de las primeras construcciones de la arquitectura modernista catalana.
En ella, el arquitecto empleó los más variados materiales. Ahí unió la piedra natural y también la artificial, el ladrillo, la cerámica, generalmente troceada, además aparece el mosaico vítreo, la metalistería más artística, las vidrieras compuesta a partir de emplomaduras, y muchos trabajos de carpintería y ebanistería. Hay que tener en cuenta que la arquitectura modernista tiene como referente las obras de William Morris (1834 – 1896) que preconiza el gremialismo, integrando en su arquitectura la labor de diferentes oficios artesanales.
Pero si el Palau de la Música Catalana es un hito arquitectónico por su abrumadora ornamentación, también es todo un referente por las estructuras que concibió Domènech para sostener todo el edificio. Una compleja estructura interior que queda totalmente oculta tras la fachada exterior. Una duplicidad entre lo interior funcional y lo exterior ornamental que provoca una duplicidad de lenguajes.
En el interior todo parte de una estructura metálica en la que se emplea el hierro. De hecho, fue uno de los primeros edificios europeos construidos a partir de este tipo de estructura férrea que no fuera para una construcción de carácter industrial, aunque antes ya se había levantado en el 1905 el Hotel Ritz de Londres con este tipo de estructura.
En este caso del Palau de la Música Catalana, la estructura de este material permite crear un espacio interior amplísimo, y eso que la obra contaba con el condicionante de las irregularidades del solar elegido para su construcción.
Mientras que la fachada exterior combina la bicromía del ladrillo rojo y la piedra blanca. Y allí aparecen diversas esculturas obra del artista Miquel Blay. Unas esculturas que en el interior se convierten en relieves. Y en este caso son obra del escultor Pablo Gargallo, uno de los máximos exponentes de la plástica modernista en España.
En cuanto a la techumbre para el recinto del teatro se resuelve con una gigantesca vidriera policromada, que parece ser una lámpara suspendida del techo, de forma que sirve tanto para decorar el espacio como para iluminarlo. En ella se ve la integración de las diferentes artes y la fragmentación espacial, lo cual es otra novedad que introdujo en su momento William Morris.
Por esta obra, y por otras de Lluis Domènech i Montaner como la Casa Fuster, este arquitecto está considerado dentro del movimiento del Modernismo Racionalista. Un estilo que tiene sus diferencias con otra variante de la arquitectura modernista, que se trataría del Modernismo Orgánico, del cual el más insigne de sus representantes es el gran Antoni Gaudí.