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La Mano de Dios, Rodin

Publicado por Laura Prieto Fernández

Auguste Rodin es uno de los escultores más famoso de todos los tiempos y está considerado como uno de los padres de la escultura moderna; a lo largo del siglo XIX los pintores del movimiento impresionista habían creado una nueva dimensión en la que la pintura iba paulatinamente desarrollándose buscando nuevas formas de expresión, sin embargo la escultura había quedada anclada al tradicionalismo clasicista de etapas anteriores. En este sentido la escultura de Rodin fue un punto de inflexión a partir del cual se abandonaron las corrientes artísticas de épocas anteriores para demostrar que en el mundo escultórico también cabía la innovación artística.

Auguste Rodin (1840 – 1917) nació en París en el seno de una familia de clase media. A diferencia del resto de los artistas de su época Rodin nunca estudió en la Academia de Bellas de Artes de París ya que nunca fue aceptado en ella. Se formó en la Escuela de Artes Decorativas y a menudo fue menospreciado por ello, sin embargo Rodin comprendió pronto que si realmente quería destacar en el ámbito escultórico debía conocer a la perfección el objeto de su estudio, el hombre; de esta manera el artista profundizó en el estudio anatómico un hecho que le provocó más de un quebradero de cabeza al levantar envidias entre otros artistas de su tiempo.

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La obra que aquí analizamos denominada como La Mano de Dios o La Creación es una pieza de mármol que apenas llega al metro de altura y que según parece debió de ser realizada en la etapa final de su producción. De un trozo de mármol bruto y sin devastar en el que se aprecian las marcas de las herramientas del artista emerge una mano perfectamente definida, tanto en su musculatura como en un acabado fino y suave. La mano –una representación de la figura del Creador- acoge en su seno a dos figuras humanas que según parece acaban de ser moldeadas a partir de una masa bruta como la que actúa de base. Son la representación de Adán y Eva que, colocados en posición fetal, se acurrucan al calor de la mano que les dio la vida y no parecen querer escaparse de ésta.

En la figura de Eva podemos apreciar muy especialmente la fuerte influencia que la obra del escultor renacentista Miguel Ángel Buonarroti tuvo en el artista modernista, la Eva de Rodin está indudablemente inspirada en la representación que el florentino hizo del Día en la Tumba de los Médicis.

La Mano de Dios tiene su alter ego en una escultura denominada como La Mano del Diablo que Rodin realizó en la misma época y en la que una amalgama de lo que parecen ser torsos humanos lucha por escapar de la piedra sin devastar. Pero la obra que aquí analizamos es solamente una muestra de lo que este genio de la escultura era capaz de trasmitir tan solo con la representación de unas manos las cuales para él, tenían un carácter artístico propio.

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