La Edad del Bronce de Rodin
Como gran parte de la producción artística de Rodin, esta obra forma parte de la colección del museo Rodin de París.
La obra realizada en bronce entre los años 1877 y 1880 está catalogada con dos títulos diferentes. El más conocido es La Edad del Bronce, pero también se la conoce como El despertar de la Humanidad. Ambos títulos tienen mucho de poético, como en tantas obras de Auguste Rodin, y nos da una pista sobre el significado de la obra y el mensaje que con ella quería enviar el artista.
De alguna forma la representación y la temática de la escultura tiene un gran parecido con la situación personal de Rodin por aquellos años, ya que al igual que en el bronce, el artista en ese tiempo estaba saliendo de una etapa y estaba despertando a otra. Él, del mismo modo que la escultura, está como saliendo de un letargo y despertando a la vida, al futuro.
Lo cierto es que la obra transmite precisamente eso, y lo hace a través de un cuerpo joven que sin embargo posee ya todos los miembros de un hombre plenamente adulto. Y gran parte del mensaje radica en que lleva la mano izquierda cerrada como para contener la explosión de lo que va a ser el amor, el deseo, la esperanza.
Rodin a lo largo de toda su vida siempre estuvo muy interesado en representar los diferentes momentos, edades, del hombre, y especialmente le preocupaba la representación del tiempo unida a la decadencia física.
En cambio, esta obra no es un ejemplo del Rodin más personal, no se puede catalogar como una obra plenamente característica de él, aunque si anticipa algunas de las constantes que se podrán ver en los mármoles y bronces posteriores que realizara el artista francés. Incluso el propio Rodin pensaba que esta obra carecía en su modelado de la suficiente fuerza expresiva, y curiosamente siempre trató de excluirla cuando se celebraba alguna exposición sobre toda su trayectoria artística.
No obstante, es absolutamente indudable que se trata de una obra de calidad. Él la concibió tras un viaje realizado por tierras italianas, donde quedó prendado e impresionado por las esculturas de Miguel Ángel Buonarroti, posiblemente la mayor influencia artística de Rodin. E incluso, muchos historiadores del arte comparten la opinión de que tras Miguel Ángel, posiblemente sea Rodin el más grande escultor de todos los tiempos. De hecho la obra es una especie de síntesis entre esa influencia de las formas renacentistas en general y las miguelangelescas en particular, y el estudio del natural, porque esta obra está considerada como la primera en la que Rodin parte de un modelo vivo, aunque en su momento se le acusó que usara el cuerpo de un soldado muerto para realizar el molde con el que luego fundiría el bronce, cosa que es imposible ya que el tamaño definitivo de la escultura supera la escala humana.