San Juan Bautista predicando de Rodin
Esta escultura realizada en bronce por Auguste Rodin en el año 1879, en la actualidad se conserva y expone en el museo que lleva el nombre del artista en París, el Museo Rodin, situado en la que fue su vivienda y taller de trabajo.
Esta figura de San Juan Bautista predicando en realidad inicialmente fue concebida para ser incluida dentro de las Puertas del Infierno, aunque su concepción es algo anterior. Y dentro de todo ese conjunto escultórico, esta representación del Bautista iba a formar parte de los simbólicos superhombres.
La postura elegida por Rodin tiene dos referentes muy evidentes, por un lado se denota que este artista francés a caballo entre los siglos XIX y XX poseía un profundo conocimiento de la obra de un importante escultor italiano del Renacimiento: Donatello. Y por otro en la misma producción de Rodin se puede hallar otra escultura con la que está claramente emparentada. Se trata de la escultura titulada Hombre caminando, pero en el caso de San Juan Bautista nos lo muestra en pose de caminar pero al mismo tiempo lleva un dedo en alto, ya que está en actitud de predicar.
En realidad, por el cuerpo atlético del personaje, su tamaño a una escala mayor que la natural, su gesto revelador y potente, y un rostro muy expresivo e individualizado, la representación que nos da del Bautista, es más la de un profeta visionario que la de un samaritano.
Rodin realizó su producción escultórica al mismo tiempo que se estaba desarrollando en pintura el arte impresionista. Y de hecho mantuvo contacto con algunos de esos autores, y en ciertos puntos tenía los mismos motivos de interés, por eso su escultura de alguna forma es una versión material y en tres dimensiones de la pintura del Impresionismo.
Él en muchas de sus obras, al igual que en los lienzos, no se preocupa excesivamente por la apariencia superficial de su obra, y prefiere dejar elementos abiertos a la imaginación. Incluso en ocasiones deja partes, sobre todo en obras en mármol, que apenas talla la piedra. De esta forma parece que la figura va saliendo del caos cobrando forma y vida. A diferencia de algunas obras inacabadas de Miguel Ángel como sus famosos Esclavos, las obras en las que Rodin actúa de este modo no es por insatisfacción o hastío hacia esa escultura, sino que lo que quiere manifestar es que ya ha logrado sus fines artísticos.
Y en el caso de este bronce sus fines artísticos es dotar al personaje de gran expresividad, en lo cual intervienen todos los miembros y partes de su cuerpo. De hecho, lo compone con posiciones y tensiones entre extremidades, tronco y cabeza que son imposibles al mismo tiempo en el cuerpo humano. Con ello consigue que al espectador le dé la impresión de movimiento, concentrando en una única imagen distintas fases de ese movimiento. Ya que para él movimiento radica en la transición de una actitud a otra, integrándolo todo en una misma pose, algo que fascinó a uno de sus seguidores más cercanos, el escultor Aristide Maillol, el cual de alguna forma es su gran sucesor en la escultura francesa y europea.