Eterno ídolo de Rodin
Eterno ídolo de Rodin
Esta obra realizada en mármol por Auguste Rodin en el año 1893 se conserva en el museo que lleva su nombre, ubicado en la que fue su residencia y taller en París.
Se trata de un mármol de un marcado carácter sexual, algo que no es excesivamente extraño en la producción de Rodin, ya que suyas son obras tan sensuales como El beso o tan explícitas como La Eterna Primavera, por no hablar de otras incluso más eróticas como Las Sirenas o Mujeres perdidas.
En realidad, a Rodin le interesaban muchos los temas sexuales, y desde luego también su importante papel en las relaciones de pareja. En este caso nos muestra una escena en la que vemos un hombre sumiso, se podría decir que esclavo de esa mujer, que de alguna forma le va a llevar a la perdición.
Este tema de las mujeres posesivas y malvadas fue recurrente durante el siglo XIX. De una forma constante la literatura de la época las evocaba, y también los pintores como Gustave Moreau, Aubrey Beardsley o Gustav Klimt (por cierto muy amigo de Rodin), llevaron a personajes como Judith o Salomé a sus cuadros. No obstante, mientras que en la pintura este tipo de mujeres siempre parecen muy malas, en el caso de las esculturas, como en esta del Eterno ídolo de Rodin, suelen ser figuras más idealizadas.
Pero más allá del contenido sexual, el tema al escultor le sirve para explorar otros matices de la relación entre hombres y mujeres. Ahora nos presenta una mujer, como verdadera imagen de la belleza, digna de culto, pero cuya respuesta a esa veneración por parte del chico es una indiferencia total, lo cual le sirve para dominar por completo a quién le adora.
Eso en cuanto al tema, pero por otra parte hay que mencionar las cualidades estilísticas de este mármol. Como siempre en Rodin exquisito, con un tratamiento anatómico perfecto y de una expresividad total en cada poro de la piel. Y eso que aquí ha optado por una composición muy simple, en comparación con otros de sus grupos de parejas, ya que se basa en una estructura triangular, casi clásica en su simplicidad.